Investigadores del Instituto de Investigación del Sudoeste –SwRI– de San Antonio (Texas, EEUU), han conseguido capturar visualmente por vez primera las ondas sonoras de un rayo creado artificialmente. Las imágenes de los investigadores fueron presentadas en una reunión en la que se dan cita sociedades geofísicas estadounidenses y canadienses que se celebra habitualmente en Montreal, Canadá.
Un trueno es, básicamente, el sonido de una onda de choque. Este se produce cuando un rayo calienta de forma instantánea las nubes o el aire que se mueve entre ellas a más de 28000 ºC. Al estar este aire tan caliente, aumenta de volumen y se expande a una velocidad vertiginosa, pero cuando se mezcla con el aire frío del entorno su temperatura baja bruscamente y se contrae. A consecuencia de esta expansión y contracción se generan las mencionadas ondas de choque, que son las responsables de que oigamos los truenos.
A pesar de que en nuestro planeta caen cuatro millones de rayos al día, la física que se esconde tras este violento proceso es bastante desconocida. Según explicaba en Nature el Doctor Maher A. Dayeh, científico investigador de la División de Ciencia e Ingeniería Espacial del SwRI, «entendemos la mecánica de la generación de los truenos, pero aún no sabemos qué procesos físicos de descarga contribuyen a que lo oigamos. El oyente suele percibir su sonido, en gran medida, basándose en la distancia a la que están los rayos. Si estamos cerca, el trueno suena como un chasquido. Si estamos lejos retumba y el sonido es más duradero».
Este trabajo podría revelar qué energías intervienen en la alimentación de los maravillosos espectáculos de luz de nuestra naturaleza. Tras crear el rayo de forma artificial, utilizaron 15 micrófonos muy sensibles distribuidos a 95 metros de la zona con el fin de registrar las ondas sonoras entrantes. Para poder tomar imágenes del perfil vertical, usaron técnicas de procesamiento post-señal y amplificación direccional de las señales de datos capturados por los micros. Según explica, «al principio pensé que no había funcionado, ya que las imágenes construidas en un principio parecían una pieza de arte moderno que se puede colgar sobre la chimenea de casa, pero para nada se podía ver la firma de sonido detallada de un rayo en los datos acústicos».
[image id=»68783″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]No obstante, cuando el equipo miró más detenidamente las bandas de frecuencia del sonido, vio que las capturas resultaban más comprensibles a frecuencias mayores. Entonces observaron una firma distinta del trueno que se había generado por la caída de rayos. Futuros experimentos más detallados podrían facilitar información a los científicos para analizar firmas acústicas de pulsos de corriente, ramificaciones y canales de descarga en zigzag de forma independiente.
Fuente: nature.com
Redacción QUO