El último en salir a la luz en el yacimiento de Frick ha sido un gigante bípedo que se alimentó de la vegetación de la zona hace 120 millones de años, en el Triásico Superior. Este ejemplar, perteneciente al género Plateosaurus y al que solo le falta la cabeza, es el esqueleto de dinosaurio más grande encontrado hasta ahora en Suiza.

[image id=»72066″ data-caption=»El director de la excavación contempla los restos ya al descubierto, en los que se distinguen las patas y el abdomen. » share=»true» expand=»true» size=»S»]

En sus tiempos, la actual zona de suaves colinas al norte del país helvético era una región de clima tropical, atravesada por numerosos ríos. Ben Pabst, director de la excavación, cree que, en épocas de sequía, se formaban ciénagas en las que quedaban atrapados y perecían de sed grupos enteros de esos pesados animales, de hasta 4.000 kilos de peso. La posición en que se han encontrado los fósiles de este espécimen, con las patas estiradas, apoya esta teoría. Desde que fue descrito este género en las inmediaciones de Frick, cerca de la frontera alemana, se han encontrado los restos de varios Plateosaurus, algunos de ellos también juveniles. Pabst asegura que de momento han determinado una zona de unos tres kilómetros de diámetro con una densidad de restos de unos 500 animales por hectárea.

Eso sí, por cada cien herbívoros como este, encuentran un solo ejemplar de carnívoro.
Hasta ahora, los Plateosaurus únicamente se han hallado en Centroeuropa. Vivían en grupos y se caracterizaban por su cola y cuello largos, con una cabeza muy pequeña en relación al resto del cuerpo. Las patas traseras eran fornidas y sus brazos cortos, terminados en unas manos con garras de tres dedos que probablemente les servían para defenderse y excavar la tierra en busca de tubérculos y raíces. Aunque en un principio se creyó que andaban erguidos, hoy en día se asume que, aunque podían adoptar ocasionalmente esa posición, se desplazaban a cuatro patas.

Redacción QUO