Durante la última década, las autoridades de Brasil han hecho un enorme esfuerzo para reducir la deforestación en su territorio. Gracias a ello han reducido las cifras de 40.000 km2 de selva perdida en 2003 a “apenas” 8.500 km2 en promedio entre 2009 y 2013. Una de las herramientas más utilizadas en esta lucha es el PRODES, Proyecto de Monitoreo de la Cobertura Forestal en la Región Amazónica, que recurre a satélites para monitorizar la extensión de la selva en la región. El problema es que el PRODES solo se centra en los bosque primarios y excluye los bosque secos (un importante bioma de la región) y los bosques secundarios (regiones deforestadas hace años y que ahora comienzan a recuperar el verde). Tampoco incluye en el relevamiento de datos los parche de selva que tienen menos de 6,25 hectáreas.
Ahora un nuevo estudio, realizado por expertos de la Universidad de Brown, compara la información obtenida con el PRODES con dos mediciones de satélites independientes, provenientes del Proyecto Global Forest Change y del FIRM (Sistema de Gestión de Información sobre Fuegos) . Y el resultado, publicado en Conservation Letters, muestra que el gobierno brasileño no estaba al tanto de la desaparición de 9.000 km2 de selva.

«El sistema PRODES – explica Leah VanWey, co-autora del estudio en un comunicado de la universidad –ha mostrado ser una herramienta muy efectiva para luchar contra la deforestación. Pero hemos encontrado evidencia de que los terratenientes han encontrado modos para burlar los relevamientos destruyendo importantes regiones de selva». Y no solo eso. Los resultados del estudio también señalan un hecho inesperado. Brasil utiliza el sistema PRODES para calcular la cantidad de gases de efecto invernadero que emite el país al quemar biomasa, pero los satélites independientes usados en la investigación demostrarían que los gases emitidos duplican la cantidad declarada por el PRODES.
Teniendo en cuenta que la ratificación del acuerdo de París y la puesta en marcha de las medidas son inminentes, “Brasil está subestimando la cantidad de gases que emite “, concluye VanWey.

Juan Scaliter