El comportamiento prosocial, definido como aquella conducta voluntaria destinada a beneficiar a otro, puede incluir actitudes como ayudar, compartir, reconfortar o ser voluntario. Los científicos especializados en desarrollo han descubierto que, aunque algunas formas de comportamiento prosocial emergen temprano en la niñez, otros involucran procesos cognitivos, sociales y regulatorios que maduran a lo largo del tiempo.
Ahora, un especial de la revista Child Development, pretende descubrir “los fundamentos motivacionales del comportamiento prosocial”, con el propósito de alentar a los investigadores a explorar qué provoca en los seres humanos la variación del comportamiento prosocial y su desarrollo. Se sabe, por ejemplo, que niños menores de tres años ya muestran sentimientos de culpa y ofrecen ayuda a sus compañeros de guardería, así como manifestaciones de altruismo en esta misma edad.
En total se trata de una colección de diez artículos empíricos y un artículo teórico centrado en los predictores, resultados y mecanismos relacionados con las diferentes motivaciones para las acciones prosociales. Entre ellos se encuentra uno que descubrió una asombrosa e inesperada relación entre los patrones cardíacos de los niños, en particular el funcionamiento de un nervio específico que conecta el cerebro con el corazón, para predecir la empatía y amabilidad en respuesta a la tristeza de otra persona.
Juan Scaliter