La gran Barrera de Corales, un ecosistema único, se extiende a lo largo de 2.300 kilómetros de la costa australiana. Se trata de un entorno sumamente frágil y muy vulnerable a los más mínimos cambios en la temperatura del entorno. Este año, según la Universidad James Cook, la barrera ha sufrido el mayor blanqueamiento de toda la historia debido al aumento de temperaturas entre marzo y abril.
Estudios submarinos e imágenes satelitales han mostrado que la región más afectada es la zona norte, de unos 700 kilómetros de extensión. Allí el 67% de los corales ha resultado afectado por el blanqueamiento. Este fenómeno se produce cuando se alteran las condiciones del ambiente, por ejemplo el aumento de las temperaturas del mar, provocando que el coral se desprenda de su protozoo simbionte, zooxanthellae (un alga que utiliza la fotosíntesis para alimentarse) y deja al coral de un esquelético color blanco. Pero hay más, los datos obtenidos señalan que los corales supervivientes son ahora más vulnerables al ataque de depredadores naturales como los caracoles y ciertas estrellas de mar.
“La mayor parte de las pérdidas en 2016 – explica Terry Hughes, líder del equipo que dirigió el estudio en un comunicado de la universidad – se han producido en la parte más septentrional y más prístina de la Gran Barrera de Coral. Esta región escapó de daños mayores en otras dos ocasiones, en 1998 y 2002”. Estos dos eventos fueron los que más daño habían producido en el pasado.
Si la temperatura del agua desciende, especulan los expertos, los corales recuperarán su color, pero es un proceso que tomará entre 10 y 15 años al menos. La buena noticia es que las regiones afectadas por los eventos de 1998 y 2002 ya vuelven a exhibir sus colores naturales.
Juan Scaliter