En la actualidad internet está invadida por noticias falsas. A tal nivel ha llegado que las redes sociales y los buscadores han comenzado una campaña para evitar que este tipo de panfletos digitales, se hagan virales. Si bien algunos sitios hacen un trabajo de humor que persigue la parodia o la ironía y no la mentira (El Mundo Today o The Onion son algunos ejemplos) hay otros que buscan la repercusión y las visitas para vivir de ese rédito.

Pero la realidad es que las noticias falsas tienen las patas largas y vienen de hace mucho tiempo. Algunas se han convertido en partes de nuestra cultura, como pensar que los cascos de los vikingos tenían cuernos (se crearon de esa guisa para una ópera de Wagner), que Napoleón era bajito (medía 1,70 mts.) o que Einstein no aprobó matemáticas en sus primeros años escolares.
Otras han circulado por boca de los propios protagonistas de la historia.En 1782 Benjamin Franklin, creó una edición falsa de un periódico en el que relataba que las milicias locales habían hallado una bolsa con monedas de oro, cabelleras y una carta dirigida al rey de Inglaterra en la que hablaban de fidelidad. Uno de los objetivos era mostrar a los nativos americanos como los malos ante los ojos de un país que se estaba formando.
Pero el que se leva la palma de las noticias falsas seguramente fue Augusto, el emperador romano César Augusto y poseedor de un extraño récord: el emperador romano con el mandato más prolongado, unos 43 años.
Cuando Augusto estaba por llegar al poder, las querencias políticas de los romanos se dividían entre el propio Augusto, residente en Roma y con una gran influencia en el senado y Marco Antonio, quien buscaba ampliar la influencia romana y quería conquistar Egipto y la alcoba de Cleopatra (quizás no en ese orden). La propaganda política para conseguir la supremacía entre ambos dirigentes era feroz (los actuales ataques entre partidos serían vistos como un juego de niños) y culminó con una jugada que ha perdurado en la historia y en la cultura popular.

César Augusto presentó en el senado un documento, él aseguraba que era el testamento de Marco Antonio, en el que “demostraba” que este había perdido la cabeza por culpa de Cleopatra, jugando con los prejuicios de los romanos. Entre las acusaciones vertidas se menciona que el hijo que Cleopatra había tenido con Julio César era el verdadero heredero del poder, ya que César Augusto era el hijo adoptivo del mencionado César. También se aseguraba que Marco Antonio quería ser enterrado en el mausoleo de la dinastí ptolemaica, en Alejandría, lo que supuestamente demostraba que se creía un rey entre reyes y que, de regresar a Roma, se convertiría en un déspota. Todo eso consiguió enervar al senado tanto como para declarar la guerra.
Para la historia y para la cultura, desde Shakespeare hasta Hollywood, Marco Antonio quedó como un loco que perdió la cabeza por los encantos de Cleopatra y las ansias de poder.
Si el documento fue real, es algo que los expertos aún discuten, lo que queda claro es que la historia la escriben los vencedores, pero, como da a entender un proverbio africano, si las historias de cazadores las contaran los leones”…

Juan Scaliter