Se conocían desde hace décadas, pero recién en los años 1990, los científicos comenzaron a estudiarlos en mayor detalle. Se trata de los chorros azules (blue jets), enormes descargas eléctricas que se producen por encima de las tormentas.
Estos rayos de luz se elevan unos 50 kilómetros en forma de cono y luego desaparecen. Se mueven a velocidades de 360.000 km/h, según informes de la Universidad de Alaska. Para estudiar estos eventos, un grupo de expertos del Instituto Nacional Danés del Espacio, le pidió al astronauta Andreas Mogensen que realizara el experimento Thor, bautizado en honor al dios nórdico. Su misión era documentar las tormentas eléctricas desde la Estación Espacial Internacional (ISS) con una cámara de alta sensibilidad, ya que algunos satélites habían registrado imágenes, pero no eran de buena calidad.
Y Mogensen cumplió con su misión y filmó, por primera vez, los chorros azules. Los resultados se han publicado en Geophysical Research Letters.
“Las observaciones – señalan los autores en el estudio – son las más espectaculares de su tipo, gracias a una tormenta inusualmente activa, al ángulo de visión del astronauta ya la alta resolución de su cámara. Los chorros azules revelan nuevos aspectos de los procesos de descarga en las nubes”.

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Crédito imagen: Olivier Chanrion et al./Geophysical Research Letters; Andreas Mogensen/ESA/NASA

Pese a su magnificencia y belleza, no se trata solo de eventos curiosos, también podrían desempeñar una importante en la configuración del aire que respiramos al interferir en ciertas moléculas de la atmósfera.

Aquí se puede observar el vídeo grabado por Mogensen.

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Juan Scaliter