Imagina que estas en la acera esperando para cruzar la calle. En ese momento, un coche se aproxima y debemos decidir su cruzar o esperar, ¿te has preguntado alguna vez cómo podemos tomar esta decisión en una fracción de segundo anticipándonos al movimiento del vehículo? Según un estudio realizado por un grupo de investigadores del Instituto Donders (Universidad de Radboud), nuestro cerebro se vale del conocimiento que tiene de experiencias pasadas para realizar predicciones inteligentes sobre lo que va a ocurrir en un futuro inmediato. En el caso del coche, nuestro valioso órgano acelera la velocidad a la que se aproxima, con el fin de poder darnos una percepción exagerada del riesgo y que podamos detectar si tenemos tiempo de cruzar.

Según explican los científicos en un estudio publicado en Nature Communication, de esta forma, el cerebro nos permite afrontar situaciones peligrosas o imprevistas. Al adelantarnos a algo que va a ocurrir, lo visualizamos previamente de forma automática a gran velocidad (unas dos veces más deprisa que la velocidad real del objeto). Aunque la visión humana es extraordinaria y dispone de más resolución que otros sentidos, la velocidad a la que circula la información no es tan ágil. Necesitamos unos 200 milisegundos para que la información pase de los ojos a nuestro córtex visual.

Para los investigadores de Donders, esto significa que nuestro cerebro examina el pasado en busca de información que pueda servirnos en ese momento (como la velocidad de un coche). Es decir, se vale del conocimiento previo de experiencias pasadas para poder realizar predicciones sobre lo que ocurrirá en un futuro inmediato.

Para llegar a estas conclusiones y averiguar cómo el cerebro se las ingenia para anticipar el futuro, los científicos contaron con 29 voluntarios, a los que ofrecieron observar en una pantalla una determinada secuencia de puntos. Los voluntarios, vieron la animación 108 veces, a la vez que se balanceaban de un lado a otro en medio segundo. Tras observar el vídeo, los investigadores hallaron que sus cerebros podían anticipar con gran precisión qué movimientos iba a realizar cada punto.

Tras este experimento, se les pidió ver secuencias aleatorias. Algunas eran muy parecidas a las anteriores, pero otras solo mostraban el inicio o el fin de la secuencia o el punto se desplazaba a través de la pantalla. Mediante imágenes por resonancia magnética funcional, los investigadores pudieron también observar la actividad neuronal que los voluntarios mostraban durante el proceso, lo que les permitió analizar detenidamente el flujo sanguíneo en varias áreas del cerebro.

Fue así como descubrieron que, mientras los voluntarios miraban cómo los puntos se movían en la pantalla, una parte de su córtex visual se iluminaba en cada etapa. En cambio, si los investigadores solo les dejaban ver el punto de partida del punto, se activaban las mismas áreas del cerebro, de tal forma que se completaba la trayectoria hipotética de dicho punto anticipándose dos veces más rápido a la secuencia real.

Según explican los investigadores, «los resultados obtenidos muestran que nos formamos expectativas sobre eventos futuros, y que la corteza visual completa una secuencia con solo tener información parcial de un objeto que está en movimiento». Nuestra corteza visual es capaz de predecir estos eventos incluso cuando la atención no está centrada en el mismo, lo que sugiere que se trata de un proceso automático.

Fuentes:sciencedaily.com | ru.nl

Rafael Mingorance