Un grupo de investigadores de la Universidad de Tufts enviaron numerosos gusanos planos (Dugesia japonica) a la Estación Espacial Internacional (ISS) para determinar cómo la microgravedad y los campos geomagnéticos afectarían su crecimiento y regeneración y si los cambios persistían a su regreso al planeta. Estos animales se utilizan con frecuencia en ensayos científicos debido a su capacidad notable de regenerarse cuando se amputan partes de su cuerpo. Descubrir qué les sucede en el espacio y a su regreso a la Tierra podría conducir a una mejor comprensión de cómo diferentes fenómenos en el espacio influyen en la forma del cuerpo y en la toma de decisiones celulares.

“Durante el proceso de regeneración – explica Michael Levin, uno de los principales autores del estudio en un comunicado –, los fenómenos que se experimentan en el espacio, como los campos electromagnéticos, influyen en el desarrollo, la supresión de tumores y el patrón corporal. Queríamos aprender más acerca de cómo estas fuerzas afectan la anatomía, el comportamiento y la microbiología de esta especie”.

Los gusanos pasaron cinco semanas a bordo de la ISS y fueron comparados con dos grupos de control. Uno consistía en gusanos vivos encerrados en las mismas condiciones que sus contrapartes espaciales (en oscuridad y a 20ºC) también durante cinco semanas. El otro grupo se preparó a la llegada de los gusanos espaciales y fueron sometidos a los mismos cambios de temperatura. Los análisis duraron unos 20 meses.
Los resultados, publicados en Regeneration, mostraron resultados bastante sorprendentes. Por un lado descubrieron que uno de los fragmentos amputados enviados al espacio se regeneró en un raro gusano con dos cabezas. El equipo de Levin lleva más de 18 años estudiando colonias de gusanos, 15.000 en el último lustro. Y nunca habían visto nada similar. Por si fuera poco, cuando amputaron ambas cabezas, el fragmento central se regeneró en un gusano de doble cabeza nuevamente, lo que les permite deducir que la modificación que ocurrió en el espacio era permanente.

Mientras tanto, los gusanos enviados al espacio sin ninguna amputación, sufrieron una fisión espontánea: la división del cuerpo en dos o más individuos idénticos, mientras que sus homólogosde la Tierra no lo hicieron. Sin embargo, según los investigadores, esto podrían explicarse por las diferentes temperaturas.
Finalmente los científicos se analizaron el microbioma de los ejemplares y determinaron que había una diferencia significativa entre las comunidades bacterianas de los gusanos espaciales y el grupo control.
«A medida que los seres humanos hacemos una transición hacia una especie espacial – concluye otro de los autores, Junji Morokuma –, es importante conocer el impacto que este hábitat puede provocarnos”. La investigación tiene implicaciones para los viajeros espaciales humanos y animales y para la ciencia regenerativa y la bioingeniería.

Juan Scaliter