De acuerdo con datos de la Unión Europea, dependiendo del país, entre un 25 y un 50% de las embarazadas continúa consumiendo alcohol durante el período de gestación. El informe señala así mismo que, pese a lo significativo de la cifra “podría existir una prevalencia de consumo de alcohol en mujeres gestantes mayor de lo que se estima a través de los métodos convencionales”.
Beber alcohol reduce los niveles de tiroxina y aumenta la glucosa en la rata embarazada – y en los seres humanos, así, de acuerdo con los datos humanos limitados.
“Estos cambios – explica la principal investigadora del estudio, Eva Redei – son peligrosos para el desarrollo cerebral del feto y son responsables de los déficit de aprendizaje y memoria de los hijos. Nuestro estudio ha demostrado que es posible interferir después de que el alcohol haya provocado el daño. Y eso es muy importante ya que en la actualidad no existe ningún tratamiento para evitar estos efectos”.

En dos estudios diferentes, el equipo de Redei administró tiroxina (una hormona que se reduce en mujeres embarazadas que beben y en niños con trastorno del espectro alcohólico fetal) o metformina (un medicamento sensibilizante a la insulina que disminuye los niveles de azúcar en la sangre, niveles altos en los alcohólicos) a crías de ratones expuestas a alcohol en el útero. Apenas nacidas y durante 10 días, las crías recibieron los fármacos. Tanto los roedores que habían sido tratados como un grupo de control, fueron evaluados con pruebas de memoria y aprendizaje y la diferencia, a favor de los que recibieron los fármacos, fue notoria.
El próximo paso es probar este tratamiento en humanos.
El artículo se ha publicado en Molecular Psychiatry.

Juan Scaliter