Todos sabemos que los árboles juegan un papel fundamental en la mitigación de las emisiones globales de dióxido de carbono. Ahora un nuevo estudio realizado en Uganda muestra que el coste de dar una modesta cantidad de dinero a los propietarios de una zona boscosa con la condición de abstenerse de la tala de sus árboles, son sustancialmente inferiores a los costes relacionados con la pérdida de dichos árboles.
Frenar la deforestación en los países de bajos ingresos, precisamente donde se produce la mayor parte de la deforestación hoy en día, resulta una de las formas más rentables de reducir las emisiones globales de dióxido de carbono.
Sin embargo, la eficacia de esta práctica es en gran parte desconocida, ya que mientras algunos protegen los bosques sin formar parte de un programa, otros aceptan los pagos y talan árboles en zonas no controladas por el programa que les paga.

Para comprender mejor los efectos de estas iniciativas, un equipo liderado por Seema Jayachandran, realizó un experimento en 121 aldeas deUganda. A lo largo de dos años, los participantes recibieron unos 25 euros por año y hectáerea de zona que no talaran.
Se enviaron monitores forestales para realizar controles puntuales y también datos satelitales a lo largo de todo el estudio. Los resultados, publicados en Science, señalaron que la pérdida media de árboles fue de un 4%, menos de la mitad del grupo de control (propietarios en la misma región a los que no se les dio ningún incentivo). Tampoco se encontró ninguna evidencia de que los participantes desplazaran la deforestación a tierras cercanas.

Un análisis económico de las emisiones de carbono sugiere que sus beneficios son 2,4 veces mayores que los costes del programa. Sorprendentemente, los autores informan que los beneficios del programa seguían siendo importantes aún cuando los propietarios de las tierras intentaran “ponerse al día” talando los árboles que no habían podido cortar durante el estudio.

Juan Scaliter