¿Cuál es el mecanismo que nos hace asignar una causa a los eventos que presenciamos? Algunos filósofos han sugerido que las personas determinen la responsabilidad de un resultado particular al imaginar lo que habría sucedido si una causa sospechada no hubiera intervenido.
Este tipo de razonamiento, conocido como simulación contrafáctica, ocurre en muchas situaciones. Por ejemplo, los árbitros de fútbol deciden que un jugador es el autor de un gol en propia puerta o no, imaginando qué hubiera ocurrido si el jugador no hubiera tocado el balón.
Este proceso puede ser consciente, como en el ejemplo del fútbol, o inconsciente. Un grupo de expertos del M.I.T., liderados por Josh Tenenbaum, ha utilizado técnicas de seguimiento ocular para conseguir la primera evidencia directa de que inconscientemente usamos la simulación contrafáctica para imaginar cómo una situación podría haberse desarrollado de modo diferente.
«Esta es la primera vez que se ha podido ver estas simulaciones en directo y mostrar la relación entre dichas simulaciones y los juicios posteriores”, explica Tenennbaum en un comunicado.
Hasta ahora, los estudios de simulación contrafáctica solo podían utilizar informes de personas que describían cómo emitían juicios sobre la responsabilidad, algo que ofrecían únicamente evidencia indirecta de cómo funcionaban sus mentes.
Los científicos rastrearon los movimientos oculares de una serie de voluntarios que debían observar el choque de bolas de billar. El equipo de Tenenbaum creó 18 videos en los que se observan diferentes resultados posibles de las colisiones. En algunos casos, la colisión dirigía una de las bolas hacia una puerta, en otros, lo impedía.
Antes de ver los videos, a algunos participantes se les dijo que se les pediría que evaluaran en qué grado estaban de acuerdo con afirmaciones relacionadas con el efecto de la bola A sobre la bola B, como “la bola A provocó que la bola B atravesara la puerta». A otros participantes se les preguntó simplemente cuál era el resultado de la colisión.
Mientras los sujetos observaban los videos, los investigadores pudieron rastrear sus movimientos oculares usando una luz infrarroja que se refleja en la pupila y revela dónde está mirando el ojo. Esto permitió, por primera vez, obtener una visión acerca de cómo nuestra mente imagina posibles resultados.
«Lo que es increíble – concluye Tenembaum – es que el seguimiento ocular nos permite ver cosas de las que no somos conscientes. Cuando los psicólogos y los filósofos han propuesto la idea de la simulación contrafáctica, no necesariamente lo vinculaban a un evento consciente. Lo que ocurre en ese nivel, es algo que podemos “ver” en la mirada”.
Los resultados, publicados en Psychological Science, mostraron que, cuando a los participantes se les hacía preguntas sobre el efecto de la bola A sobre la trayectoria de la bola B, sus ojos seguían el curso que la bola B habría tomado si la bola A no hubiera interferido. Además, cuanta más incertidumbre existiera respecto a si la bola A tuvo un efecto en el resultado, más a menudo los participantes miraban hacia la trayectoria imaginaria de la bola B.
Juan Scaliter