Nacida en 1996, la oveja Dolly fue el primer animal clonado. A los cinco años le diagnosticaron osteoartritis y, en 2003, tras cumplir los siete, falleció a causa de una enfermedad de pulmón. Dado que las ovejas suelen vivir de media entre diez y doce años, durante todo este tiempo se ha pensado que su frágil estado de salud y su muerte prematura eran consecuencia de la clonación. Pero, ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de las universidades de Nottingham (Inglaterra) y Glasgow (Escocia), desmiente esa hipótesis.
Los especialistas han analizado el esqueleto de Dolly y también el de una de sus hijas y los de otros dos animales clonados, y los han comparado con los de ejemplares concebidos de forma natural. Y la conclusión a la que han llegado es que no hay nada anormal en el desarrollo de la osteoartritis en Dolly, que es similar al que se produce en el resto de ovejas.
Dolly, cuyos restos están expuestos en el Museo Real de Escocia, comenzó a desarrollar la artritis en 2001, y a causa de la misma caminaba con dolor, por lo que tuvo que ser tratada por antiinflamatorios. Posteriormente se le diagnosticó la enfermedad que acabaría con su vida, llamada Jaagsiekte. Se trata de un tipo de cáncer de pulmón típico de las ovejas, causado por el retrovirus JSRV.5.
Pero los investigadores han comprobado que otras ovejas de su mismo rebaño, concebidas de modo natural, murieron por la misma enfermedad. Todos estos hallazgos les han llevado a concluir que la clonación no provocó el envejecimiento y muerte prematuras de Dolly.
Vicente Fernández López