De acuerdo con un reciente estudio publicado en Nature, los íberos prehistóricos «exportaron» su cultura a toda Europa, llegando a Gran Bretaña, Sicilia y Polonia entre otras regiones. Sin embargo, no exportaron sus genes. Se trata de la conocida como la cultura del vaso campaniforme (así llamada por la forma de sus vasijas de cerámica), que probablemente se originó en la península y dejó restos en casi todo el continente.
Los hallazgos del estudio, firmado por 144 arqueólogos y expertos en genética y liderado entre otros por Carles Lalueza Fox, indican que, pese al intercambio cultural, no se ha descubierto ninguna evidencia de interacción genética. “Por lo tanto, la difusión de la cultura del vaso campaniforme de Iberia – señala Lalueza Fox en un comunicado –, es el primer ejemplo de una cultura que se transmite como una idea, básicamente debido a una cuestión de prestigio social (ya que se asoció con las virtudes de ser viril y ser guerreros), razón principal por la que es adoptada por otras poblaciones”.
Casi 5.000 años atrás (entre 4.700 y 4.400 años para ser más precisos), se introdujo un nuevo tipo de cerámica en forma de campana en toda Europa occidental y central. Durante más de un siglo, los arqueólogos han estado tratando de determinar si la difusión de este tipo de diseño y la cultura vinculada al mismo, se debió a una migración a gran escala o simplemente al intercambio de nuevas ideas. Ahora, este nuevo estudio, que incluye datos de ADN de 400 esqueletos prehistóricos recogidos en sitios de toda Europa, resuelve el debate: ambas posibilidades son correctas. Los resultados muestran que la cultura que produjo este tipo de cerámica se extendió desde Iberia hasta Europa central primero mediante el intercambio de ideas y más tarde viajaría a otros sitios fruto de las migraciones.
El estudio señala que una vez consolidado el intercambio cultural que llegó hasta Alemania, se produjo un movimiento de poblaciones que regresaron, particularmente a las islas británicas donde se detectó un reemplazo de alrededor del 90% de la población.
“Es decir – concluye Lalueza Fox –, las poblaciones neolíticas que construyeron Stonehenge (y que tenían una mayor similitud genética con los íberos neolíticos que con aquellos de Europa Central) casi desaparecen y son reemplazadas por las poblaciones de la cultura del vaso campaniformede los Países Bajos y Alemania. es casi absoluta en términos del cromosoma Y, que se transmite por la línea paterna, lo que indica un sesgo reproductivo extremo y, por lo tanto, un predominio social nunca antes visto. El flujo hacia atrás también llega a otros lugares como Italia (al menos en el norte) e Iberia. Creo que es posible que esto también esté asociado con la expansión de las lenguas celtas o protoceltas”.
Juan Scaliter