Millones de años de evolución han dotado a los organismos marinos de adaptaciones únicas que les permiten en diversos ambientes oceánicos. Estas adaptaciones los convierten en objeto de interés comercial. Ahora, un grupo de científicos, liderados por Robert Blasiak yColette Wabnitz, ha identificado 862 especies marinas, con un total de 12.998 secuencias genéticas, asociadas con una patente. Los expertos señalan en el estudio, publicado en Science Advances, que una sola compañía, BASF, el fabricante químico más grande del mundo, ha registrado el 47% de estas secuencias, un 10% más que el porcentaje combinado de otras 220 compañías.

Mientras tanto, las universidades suman un 12%, mientras que entidades como organismos gubernamentales, personas, hospitales e institutos de investigación sin fines de lucro registraron el 4% restante. el estudio.

«Dentro de la jurisdicción nacional, el Protocolo de Nagoya protege a los países de la bioprospección explotadora, y está destinado a fomentar una mayor equidad – explica Blasiak en un comunicado –. Pero hay una gran pieza faltante, porque dos tercios del océano existe más allá de la jurisdicción nacional. Eso es aproximadamente la mitad de la superficie de la Tierra sin regulaciones sobre el acceso o uso de los recursos genéticos”.

Así, el establecimiento de un marco legal para los recursos genéticos marinos será un tema central en las negociaciones internacionales para un nuevo tratado de la ONU sobre la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad en áreas fuera de la jurisdicción nacional.

Los autores señalan que la existencia de un pequeño número de empresas con una influencia desproporcionada también sugiere una apertura para un compromiso más directo con ellas. Dicho compromiso podría ayudar a las empresas a distinguirse a través de su comportamiento proactivo y contribuir a proporcionar nuevas normas y estándares asociados con la transparencia, la creación de capacidades y la distribución de beneficios.

“En 2025, se espera que el mercado mundial de biotecnología marina alcance los 6.000 millones de euros y abarque una amplia gama de propósitos comerciales para las industrias farmacéutica, de biocombustibles y química – concluye Wabnitz –. Está claro que estos líderes de la industria deben participar en las próximas negociaciones de tratados, aunque solo sea por el hecho de que son propietarios de una parte tan grande de las patentes de secuencias genéticas marinas”.

Juan Scaliter