Mantener las tasas de crecimiento iguales en las extremidades opuestas es crucial para que los animales logren una forma adulta simétrica, pero ¿qué sucede si algo sale mal con una extremidad durante el desarrollo? Según un estudio publicado en PLOS Biology, liderado por Alberto Roselló-Díez y Alexandra Joyner, los ratones pueden estimular el crecimiento local mientras suprimen el crecimiento general, permitiendo que los tejidos dañados adapten su tasa de crecimiento con otros tejidos, asegurándose de que, por ejemplo, los huesos en extremidades opuestas se alargan cuando uno está dañado.
Se sabe que después de una lesión local, los insectos logran esto mismo combinando la proliferación compensatoria en la parte del cuerpo lesionada y el retraso del crecimiento en otras partes del cuerpo, pero en los vertebrados las respuestas correspondientes no eran sido claras.
Para explorar cómo se logra el crecimiento coordinado en los vertebrados, el equipo de Roselló-Díezy Joyner diseñó ratones para expresar un supresor del ciclo celular poco antes del nacimiento, específicamente en las células del cartílago formador de hueso en una extremidad posterior, pero no en la otra; esto les permitió inhibir el crecimiento óseo en un lado mientras mantienen un crecimiento normal en el otro.
Los resultados mostraron que, dentro del cartílago objetivo, las células que no producían el supresor del ciclo celular proliferaban más de lo normal, por lo que el crecimiento global en el lado afectado solo se atenuaba levemente.
Al observar las similitudes entre los mecanismos de regulación del crecimiento entre insectos y vertebrados, los autores concluyeron que “estos resultados revelan que la respuesta al daño de los tejidos en desarrollo, se conserva evolutivamente, lo que abren nuevas vías de investigación futura para desarrollar terapias vinculadas a los trastornos del crecimiento”.
Juan Scaliter