Los reptiles venenosos, los insectos y la vida marina tienen una bien ganada reputación como criaturas peligrosas. Pero esto podría cambiar y en lugar de ser una amenaza, convertirse en una ayuda.Esa es la conclusión de un equipo de científicos liderados por Mandë Holford que detalla cómo la tecnología y una comprensión cada vez mayor de la evolución de los venenos apuntan hacia nuevos fármacos capaces de tratar la diabetes, las enfermedades autoinmunes, el dolor crónico y otras afecciones.

Según Holford, las especies venenosas representan más del 15 % de la biodiversidad documentada de la Tierra, y se pueden encontrar en prácticamente todos los hábitats marinos y terrestres. Aún así, la ciencia ha estudiado muy pocos venenos porque hasta hace poco los expertos carecían de la tecnología adecuada para analizar las pequeñas cantidades de veneno que se pueden extraer de estas especies, en su mayoría pequeñas. Pero innovaciones en tecnologías genéticas y análisis químicos están permitiendo descubrir cambios evolutivos y diversificación entre especies venenosas específicas que podrían ser útiles en el desarrollo de nuevos fármacos capaces de dirigirse y apuntar con precisión a moléculas activas en ciertas enfermedades humanas.

«Conocer más sobre la historia evolutiva de las especies venenosas puede ayudarnos a tomar decisiones específicas sobre el uso potencial de compuestos en el tratamiento de enfermedades – explica Holford – . Los nuevos entornos, el desarrollo de la resistencia del veneno en su presa y otros factores, pueden hacer que una especie evolucione para sobrevivir. Estos cambios pueden producir nuevos compuestos, algunos de los cuales pueden resultar extremadamente útiles en el desarrollo de fármacos”.

Hasta la fecha, solo se han desarrollado seis medicamentos derivados del veneno aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) como resultado de la investigación actual, pero Holford cree que una mayor inversión en investigación de los venenos podría producir terapias para enfermedades actualmente no tratables y mejores opciones terapéuticas.

En el artículo publicado en Science, los autores detallan algunos de los potenciales avances en medicamentos. Estos incluyen péptidos terapéuticos derivados de la anémona marina venenosa, que podría tratar enfermedades autoinmunes; neurotoxinas terapéuticas derivadas del caracol Conus magus, para un tratamiento no adictivo del dolor crónico; clorotoxina del escorpión palestino amarillo (Leiurus quinquestriatus), como base de una técnica quirúrgica de obtención de imágenes tumorales; y toxinas de las arañas, que podrían producir insecticidas ecológicos.

Juan Scaliter