Imanes

Vida media: Un imán común tardaría unos 700 años en perder la mitad de su fuerza magnética.
Causas: Enfriamiento, calor o impacto de un golpe.
Proceso: Si cortamos en rodajas hasta una escala atómica uno de los imanes de la nevera, cada rodaja seguirá magnetizada. Pero una vez que sometamos los pedazos a un buen enfriamiento, el magnetismo desaparece. Vuelve a plena potencia si se recupera la temperatura normal. Los imanes también son vulnerables a las caídas, ya que desalinean sus campos magnéticos. Y, puesto que la mayoría están hechos de aleaciones de diferentes metales, cuando se exponen al calor se puede destruir la polarización del material, haciendo que pierdan sus propiedades magnéticas.

Gasolina

Vida media: 3 meses.
Causas: Contacto con el oxígeno y la propia volatilidad de los compuestos de hidrocarburos que la forman.
Proceso: La gasolina se volatiliza continuamente si tiene volumen de aire suficiente para hacerlo. A temperatura ambiente se “evapora” cinco veces más rápido que el agua. El proceso se interrumpe si está en un recipiente herméticamente cerrado. Lo que ocurre es que los depósitos suelen tener un respiradero que se encarga de mantener el combustible a presión atmosférica. También se “evaporan” los restos de gasolina que quedan en el carburador y sus conductos dejando un compuesto muy viscoso, muy difícil de limpiar y con propiedades diferentes.

Un orificio de unas décimas de milímetro es suficiente para que la gasolina sufra este proceso de descomposición.

Este combustible es mucho más volátil que el diésel y, además, se congela cuando las temperaturas descienden demasiado. Sin embargo, el gasóleo contiene naftas o compuestos líquidos que hacen que sufra este mismo proceso de congelación a temperaturas cercanas a los 0 ºC.

Acero inoxidable

Vida media: 50 años.
Causas: Oxidación.
Proceso: El principal riesgo para el acero inoxidable es la corrosión intergranular después de un tratamiento térmico inadecuado.

El acero contiene un mínimo de 10,5 % de cromo. Al reaccionar con el oxígeno del aire, el cromo se oxida y forma una fina capa por toda la superficie que se regenera automáticamente y servirá de protección frente a los ataques corrosivos. Sin embargo, la resistencia a la corrosión varía según su calidad. En general, una pequeña partícula de acero al carbono o una traza de óxido, cobre u otra sustancia extraña incrustada en el acero es suficiente para corroerlo. Como cualquier metal, el acero inoxidable puede agrietarse por un agente altamente cáustico, como las soluciones de cloruro.

Vida media: Dos años.
Causas: Calor, exposición ambiental.
Proceso: Las temperaturas altas y la luz del sol corrompen los aceites del perfume y acortan su vida útil. Además, una vez abierto el frasco, el aire de la botella hace que el líquido se oxide, alterando el olor y cambiando el color. Otro de sus peligros es el movimiento al que exponemos un perfume si lo llevamos en el bolso, ya que se rompen las moléculas aromáticas, desvirtuando su fragancia original.

Si se guarda en un lugar fresco, a salvo de la luz solar directa y de los golpes, el aroma se mantiene más allá de los dos años. Aunque adquiera un nuevo tono, puede durar otros cinco más.

Implantes

Vida media: Pueden durar la vida de su portadora, pero si la silicona es de mala calidad, resisten solo diez o quince años.
Causas: Baja cohesividad de la silicona.
Proceso: El riesgo de deterioro es doble. En primer lugar, rotura. En el implante se forman pliegues que friccionan con los tejidos circundantes y las capas que cubren la prótesis. Esto acaba fracturando dicha cubierta y el implante se rompe. Este accidente se conoce como contractura capsular. La posibilidad de que ocurra es ya muy baja (1 %) debido a los avances tecnológicos y el perfeccionamiento de los materiales. El segundo riesgo es la sudación. Cuando el gel es líquido, como ocurre en estas prótesis de baja calidad, las moléculas de silicona se filtran por los poros de la cubierta
y salen al exterior.

Oro

Vida media: Con un desgaste semanal de 0,12 mg, una alianza de boda duraría 625 años.
Causas: Su uso cotidiano lo somete a abrasión por rozamiento.
Proceso: Es uno de los metales menos activos químicamente. No se oxida, ni se quema. Resiste el aire, el agua y la mayoría de los ácidos. Sin embargo, aumenta su fragilidad al bajar en exceso la temperatura y sufre mayor desgaste por el uso que el resto. El químico Georg Steinhauser, de la Universidad de Viena, pesó durante un año su anillo de boda de 18 quilates en una balanza y observó que cada semana perdía una media de 0,12 mg (la tabla muestra las causas). En su primer aniversario el diámetro había pasado de 1,77 mm a 1,76 mm.

Crema solar

Vida media: 12 meses.
Causas: Pérdida de propiedades por caducidad y por la acción del tiempo y el calor.
Proceso: Un componente habitual de una crema fotoprotectora es el ácido paraaminobenzoico, un compuesto orgánico de color blanquecino que absorbe los rayos ultravioleta y la luz solar visible. También el dióxido de titanio, que bloquea y refleja los rayos UV antes de que dañen la piel. Ambos elementos pierden sus propiedades con el paso del tiempo y el calor. Además, al entrar en contacto con el exterior pueden crear subproductos que lo desestabilizan. Por tanto, el factor de protección solar (FPS) real, de un año para el otro, no corresponderá al indicado en el envase.

Diamante

Vida media: Millones de años.
Causas: Por una llama al rojo vivo, por debilitamiento cuando se somete  a un tratamiento térmico para mejorar su color o por ataque con sosa fundida.
Proceso: Esta es la única piedra preciosa que podría arañar un zafiro sintético. Es el material más duro que se conoce (tiene una dureza de 10, la máxima en la escala de Mohs). A pesar de ello, es tan frágil que podría despedazarse con un golpe. Y cuanto mayor sea su dureza, más vulnerable será al choque. El diamante, además, es inflamable y puede arder si se calienta al rojo vivo porque está hecho de carbono puro. Por tanto, arde para formar dióxido de carbono. Si se pone al calor, enseguida se recubre de una pátina negruzca. Tras dos horas a 1.400 grados centígrados arde y forma una llama muy viva. Por encima de los 1.500 grados se transforma de modo espontáneo en grafito. Las piedras preciosas falsas, sin embargo, sobreviven a estas temperaturas. Por otra parte, aunque es resistente, el nitrato potásico y la sosa fundida podrían disolverlo.