El Citroën ë-C3 llega en el momento justo para apostar por el coche eléctrico. Factores internacionales y de consumo interno así lo aconsejan.

En los años 50 y 60 del siglo pasado algo pasó en nuestra sociedad. Los coches dejaron de ser un artículo de lujo para convertirse en una herramienta de libertad para la clase media. Los automóviles abrieron la puerta al turismo, al desarrollo y el crecimiento económico… y a la emancipación de la mujer.

Hoy, la situación se repite con los coches eléctricos. Lastrados hasta ahora por unos precios poco competitivos, ven como se aproxima el fin de su tímida presencia en el mercado. El Citroën ë-C3 que llegará esta primavera es solo una prueba de que esta vez sí ha llegado la hora de apostar por un eléctrico. ¿Por qué?

En función del porcentaje de carga que quede, el coche aconsejará donde cargar e incluso cambiará la ruta automáticamente si es necesario

El Citroën ë-C3 es un coche urbano de 83 kWh/113 CV, más alto y cuadrado que la anterior generación del C3. Mide 4.015 mm de longitud, 1.575 mm de altura con barras, 1.755 sin retrovisores, y todo en él está pensado para hacer la vida fácil a quien lo utiliza. Lo primero, porque no hay que hipotecarse de por vida para disfrutarlo. El Citroën ë-C3 completamente eléctrico tiene un precio –a partir de 23.800– que desarma incluso a los chinos más competitivos.

Pero este no es el único factor que aconseja acelerar la decisión de compra. Los españoles nos hemos acostumbrado a tener ayudas a la adquisición de un vehículo eléctrico sin considerar que pueden tener un fin. Pero lo tendrán. El primer plan Moves se aprobó en 2019 y desde entonces los estímulos se han perpetuado, pero no serán eternos. Ya hay países europeos, como Alemania, en los que se han empezado a retirar este tipo de subvenciones en lo que parece un aviso a navegantes.

Adiós a la ecoansiedad

Los nuevos rangos de autonomía también animan a apostar ya por el coche eléctrico. Atrás quedaron aquellas raquíticas cifras que apenas permitían dar una vuelta por el barrio. Hoy, un coche urbano como el Citroën ë-C3, con una batería de 44 kWh, permite recorrer unos 300 kilómetros sin recargar. Adiós, pues, a la ecoansiedad y a ese efecto psicológico perverso que se ha instalado en quienes se plantean la compra de un eléctrico.

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Un conductor medio realiza a lo largo del año tres o cuatro viajes por encima de ese kilometraje. Y para esos casos, el ë-C3 cuenta con la aplicación e-Routes que, en función del porcentaje de carga que le queda a la batería aconsejará donde cargar e incluso cambiará la ruta automáticamente si es necesario. En apenas 26 minutos, lo que equivale a un café en una estación de servicio en ruta, se puede cargar del 20% al 80% de la batería y seguir viajando a razón de unos 16,4 kWh de consumo medio cada 100 km según criterios de medición WLTP (Worldwide Harmonized Light Vehicles Test Procedures). Se trata este de protocolo internacional de homologación que determina desde 2019 los consumos y emisiones de un coche. Sustituyó al NEDC (New European Driving Cycle), que era menos restrictivo que el WLTP y arrojaba datos de consumo que poco tenían que ver con la realidad.

La infraestructura crece

Ya hay 21.573 puntos de recarga en España y se espera que la red crezca hasta las 240.000 electrolineras en 2030. Pero esperar a que la red esté completa tiene un riesgo, el de perder las ayudas o el de enfrentarse a que el conflicto en el Mar Rojo nos devuelva a un escenario con retrasos en las entregas de componentes. Nadie quiere volver a aquellas largas listas que, ante la dificultad de conseguir un coche nuevo, dispararon la demanda de los vehículos de ocasión. Hoy, los más previsores ya han reservado su coche por lo que pueda pasar. De hecho, más de 10.000 reservas se han hecho ya del Citroën ë-C3 que, aunque no ha hecho todavía su aparición en público, tiene otros elementos para conquistar más allá de su precio o de su estética.

Entre ellos está un interior que en Citroën han bautizado como C-Zen Lounge. El nombre ya lo dice todo. Serenidad  y un amplio parabrisas para ver la vida mientras se conduce son sus características principales. Todo es más diáfano y espacioso que en la versión anterior. Destaca un salpicadero que se extiende horizontalmente de lado a lado del vehículo; en su parte superior está todo lo necesario para la conducción mientras que la inferior, envuelta en tela, evoca el confort de la ropa cómoda y el hogar. Tanto es así que en Citroën lo han denominado estilo Sofá Design. ¿Hay algo más sugerente?

Pero como el móvil es algo ya imprescindible en nuestras vidas, el Citroën ë-C3 lleva de serie un soporte para el teléfono porque en realidad es ahí donde tenemos todo lo que necesitamos, incluidas las diferentes apps de navegación. La conexión inalámbrica NFC (Near Field Communication) permite acceder de forma segura a determinadas apps del smartphone sin tener que soltar las manos del volante. También incluye el ë-C3 una pantalla de 10” para el sistema de infoentrenimiento que en las versiones más equipadas es de 12,25 pulgadas. El sistema Head-up-Display que proyecta en el parabrisas las informaciones más relevantes tampoco falta en el acabado más top.

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Un pionero

Es la primera vez en la historia que se incorpora en un C3 el sistema de amortiguadores Advanced Comfort®. Bajo este nombre se esconde una solución que en lugar de utilizar topes mecánicos en los amortiguadores, como ocurre en los coches baratos, lleva dos topes hidráulicos progresivos, uno para la compresión y otro para la descompresión. Su ventaja está en que absorbe y disipa la energía de manera que los pasajeros no acusan tanto los rebotes de las imperfecciones del terreno, sino que tienen la sensación de ir como en una especie de alfombra mágica.

Desde sus inicios, Citroën ha sido una gran innovadora este campo. En 1955 la suspensión hidroneumática debutó en el Citroën DS. El sistema utilizaba líquido hidráulico y nitrógeno para que la conducción fuera suave y nivelada, independientemente de la carga o las condiciones del camino. Fue un avance tecnológico impresionante en su momento y situó al DS en el olimpo de la innovación.

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Citroën DS

A más a más

La vuelta de tuerca a este desarrollo se la dio el Citroën Xantia de 1993. Incorporaba el sistema Hydractive, evolución del anterior, que ajustaba automáticamente la altura de la carrocería y la firmeza de la suspensión. En 2001, el Citroën C5 la mejoró aún más porque fue capaz además de controlar el balanceo durante la conducción. Un paso de gigante se dio cuando el C4 Picasso incorporó en 2006 unos sensores que monitoreaban la carretera y, en función de eso, ajustaba la suspensión al firme sobre el que se circulaba: también permitía seleccionar diferentes modos de conducción o crear su propio patrón de comportamiento del coche.

Este sistema Advanced Comfort que ahora incorpora el Citroën-ë:C3 es un paso más en esta preocupación que siempre ha llevado a Citroën a diseñar revolucionarios sistemas de amortiguación desde hace décadas. Tanto, que se aseguraba que era imposible volcar un 2CV.

Hoy el Citroën-ë:C3 hereda aquel espíritu de innovación y llega dispuesto a democratizar la movilidad eléctrica, esa manera de entender el automóvil que ya no tiene vuelta atrás.