Según un estudio publicado en la edición del mes de junio de la revista Nature Climate Change, las bellas formaciones de corales que tanto atraen a especialistas, curiosos y aficionados están en serio peligro. Todo se debe a las altísimas emisiones de dióxido de carbono en nuestra atmósfera. Estas emisiones, aceleran que se produzca un efecto que podría ser devastador en los arrecifes de coral previsto para finales de nuestro siglo.
Los científicos, que han analizado tres sitios distintos de suelo marino en Papua Nueva Guinea (concretamente las filtraciones volcánicas, fisuras que permiten el escape de gases), afirman que todas las muestras presentan un nivel de acidez muy similar al que se creía que había en los océanos del planeta en menos de cien años.
El aumento de acidez lleva en consecuencia que los corales acusen cambios drásticos. Según declaró para BBC uno de los autores del estudio, Chris Langdon, «Sólo pudimos ver pocas especies y no estaba presente ninguna de las más complejas estructuralmente, que son las más importantes para los peces». Si había todavía formación de corales en la cercanía de las filtraciones pero básicamente de una sola especie: Porites.
Y la acidez… sigue subiendo
Hay que indicar, que la estructura tridimensional que poseen los arrecifes tiene una explicación lógica: permitir que múltiples especies diferentes de peces puedan cobijarse y vivir allí.
El dióxido de carbono en este caso, es altamente peligroso. Hay que tener en cuenta, que casi un tercio de las emisiones de esta sustancia son absorbidas por los océanos, provocando que en la reacción con el agua del mar se forme ácido carbónico, lo que aumenta su acidez.
Este creciente ascenso en emisiones, primordialmente procedentes de la quema de combustibles fósiles, ha provocado que el mar tome una acidez que resulta alarmante: más de un 30%. Esto tiene efectos colaterales: el pH de las aguas que se encuentran más a a la superficie ha descendido en 0,1 unidades. Para que os hagáis una idea, una unidad de pH significa un incremento de 10 veces. Además, produce que se reduzca la cantidad de iones carbonato en el agua. Los iones carbonato son utilizados por muchos de los animales del mar para formar sus esqueletos y sus conchas.
Urgente: menos emisiones de CO2
Según ha informado el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), el pH actual de las aguas de Papua Nueva Guinea es de un 7,8. El nivel habitual para los océanos de todo el mundo se sitúa en 8,1.
Según Langdon: «Las filtraciones son probablemente lo más cercano que tenemos a una simulación del impacto del aumento en las emisiones de dióxido de carbono en los corales. Nos permiten ver qué sucede con las complejas interacciones entre especies en condiciones de mayor acidez».
Además, el estudio pudo concluir, que de bajar el pH a 7,7 se detendría inmediatamente la formación de corales. La solución pasa por reducir de forma drástica y estratégica las emisiones de CO2 en nuestra atmósfera. Según el investigador principal del estudio: La investigación se suma a las evidencias cada vez mayores de que es necesaria una transición rápida a un futuro con menos emisiones de CO2, si queremos minimizar el riesgo de grandes pérdidas en los arrecifes de coral «.
Redacción QUO