Según una reciente investigación publicada en la revista Nature Climate, el cambio climático podría estar causando la disminución del tamaño de gran parte de las especies de animales y plantas. Esto se debería a una cada vez más acusada falta de agua y el aumento de las temperaturas.
En la disminución, no se refiere al tamaño de las comunidades de las distintas especies, sino en el tamaño de los animales. Según explican Jennifer Sheridan y David Bockford en la investigación, «Son muchas las especies que ya tienen tamaños más pequeños como resultado del cambio climático, y muchas otras que son propensas a disminuir su tamaño en respuesta a las reglas fundamentales ecológicas y de metabolismo».
Según los científicos, estas modificaciones en las especies podrían traer implicaciones importantes en la producción de cosechas y alimentos, y dar lugar a «un impacto negativo tanto en los cultivos como en fuentes de proteínas, como el pescado, que son importantes para la nutrición de los seres humanos».
Para el estudio, Sheridan y Bockford han realizado un exhaustivo seguimiento de fósiles de distintas especies y plantas, pertenecientes a épocas correspondientes al pre-calentamiento global y también de hace 55,8 millones de años, corresponidentes al Máximo Térmico del Eoceno Inicial. Como se puede ver en esta lista más detallada, arañas, abejas, hormigas y escarabajos ya muestran una disminución importante de tamaño con respecto a épocas anteriores al cambio climático.
¿Por qué se produce esta disminución de tamaño?
Muy a pesar de que se esperaba que inicialmente las plantas contribuyeran a mejorar la atmósfera con dióxido de carbono adicional, el crecimiento de estas también depende de la temperatura, la humedad y los nutrientes. Por eso, en zonas que cada vez son más cálidas y secas, muchas plantas se han vuelto más pequeñas y vulnerables. También, el crecimiento de las plantas está directamente relacionado con el agua, que cada vez es más limitado en zonas como regiones subtopicales que son más secas que el resto. Pero incluso en aquellas zonas donde se prevé un aumento de las precipitaciones, los periodos de lluvia serán muy limitados y parecidos a las regiones ecuatoriales de altas latitudes.
A su vez, «en consecuencia a las sequías en muchas regiones, se esperan más incendios forestales, lo que reduce el nitrógeno en el suelo, factor crítico en el crecimiento de las plantas«, afirman los investigadores. Como las plantas son cada vez más pequeñas, los animales que dependen de ellas -ciervos, conejos o insectos- tendrán que comer mayor cantidad de estas para poder sobrevivir. En el caso de los depredadores como los lobos, halcones y petirrojos, en el caso de no poder satisfacer sus demandas energéticas debido a que la captura de presas no fuera suficiente para saciar su apetito por su reducido tamaño, podrían comenzar a comer otras especies o incluso «llegar a desaparecer».
Según los científicos: «La súpervivencia de individuos pequeños podría aumentar en temperaturas más altas, y las condiciones de sequía pueden llevar a brotes más pequeños, lo que produciría en promedio tallas más pequeñas»
¿Podría esto causar la extinción de algunas especies?
Según los investigadores sí. El impacto puede variar de diversas formas, teniendo un impacto limitado y afectando tan solo a determinadas fuentes de energía que produjesen menos comida en la misma cantidad de espacio, hasta una progresiva pérdida de lo biodiversidad o «una eventual cascada catastrófica de servicios del ecosistema». Según explicó para BBC Dov Sax, profesor del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Brown, «Muchas especies son sensibles a cambios en el clima y para sobrevivir deberán cambiar su distribución geográfica. Las especies que responden al cambio climático moviéndose hacia los polos (hacia el norte en el Hemisferio Norte y hacia el sur en el Hemisferio Sur) a medida que aumenta la temperatura, verán su avance interrumpido o incluso revertido si el clima es más frío durante ciertas décadas».
Redacción QUO