Puede parecer una criatura de mar en las profundidades del océano, incluso algunos ven ella una galaxia recóndita del espacio exterior, pero no: son los testículos de una mosca de la fruta. Simple y llanamente eso. El biólogo Ben Walsh, doctorando del Departamento de Evolución, Ecología y Comportamiento de la Universidad británica de Liverpool, fue el primero en darse cuenta de lo que tenía ante sus ojos al agregar un poco de fluorescente a al aparato reproductor de un ejemplar disecado. Quería comprobar cómo eran sus órganos, pero lo que vio a través del microscopio le maravilló de tal manera que tuvo que fotografiarlo y compartirlo en Twitter. Su comentario lo dice todo: «Parece una galaxia».

Para quienes no sean capaces de distinguir qué es qué en la foto, os lo explicamos. Las estructuras amarillas, en forma alargada, delgadas y que se enrollan sobre sí mismas son las paredes de tejido testicular. Las «nubes azules» que salen de ellos, llenas de puntitos que parecen una Vía Láctea, son en realidad espermatozoides. Según Walsh, «si estiramos cada una de las mitades de los testículos, mide unos 2 milímetros, que se acerca a la propia longitud de la mosca en sí». Estos ejemplares tienen un «esperma» gigante en comparación con su tamaño, pero por qué es así, sigue siendo aún todo un misterio.

Fuente: Live Science

Alberto Pascual García