Las aves marinas están preparadas para responder a las épocas de sardinas gordas y sardinas flacas características de los ciclos naturales. Pero no pueden reaccionar ante una escasez de alimento permanente. En este caso, el equilibrio entre la energía que gastan en salir de pesca y la que ingieren con el botín resultante se descompensa, y se encuentran sin fuerzas ni comida que ofrecer a sus crías. Como consecuencia, su descendencia se reduce.
Esto es lo que está ocurriendo en especies de todo el mundo, debido la sobrepesca que llevamos a cabo los humanos, según un estudio publicado en la revista Science. Philippe Cury, del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Sete (Francia), y sus colegas han analizado la evolución de aves marinas y de los llamados peces de forraje en siete ecosistemas de todo el mundo durante entre 15 y 47 años. En todos ellos, los pájaros comenzaban a tener menos crías por pareja cuando el número de peces de forraje de su entorno se reducía a menos de un tercio. El estudio confirma esa merma en la reproducción de al menos 18 especies de aves, como el arao común, el charrán ártico, el frailecillo atlántico, el pingüino papúa o el alca rinoceronte.
Los peces de forraje, entre los que se cuentan las sardinas, arenques, anchoas, caballas o calamares, se alimentan de plancton y a su vez constituyen el principal menú de especies depredadoras, como el bacalao, el salmón, o el pez espada, situados en niveles superiores de la cadena trófica. Ese papel, que les ha merecido el apelativo de combustible de los mares, les confiere un lugar clave en el mantenimiento de los ecosistemas marinos. Tradicionalmente muchas de esas especies aparecían de forma habitual por nuestra mesa, pero su pesca se ha multiplicado por cuatro desde los años 1950, según denunciaba ya en 2009 el informe Océanos Hambrientos, de la asociación Oceana.
En un principio, tal incremento en las capturas se destinó nuestra cocina, pero más tarde éstas empezaron a utilizarse para la fabricación de aceites y piensos para pescados de acuicultura, ganado, mascotas y productos farmacéuticos. En la actualidad, ya han colapsado un 25% de los stocks de peces de forraje.
Los autores del estudio indican que sus conclusiones, que resumen en el eslógan “Dejad un tercio para los peces”, deberían tenerse en cuenta a la hora de diseñar la gestión de las pesquerías.
Pilar Gil Villar