Hace sesenta y seis millones de años se extinguió el último dinosaurio no aviario. ¿Qué causó esta masiva extinción que puso fin Cretácico y marcó el comienzo del Paleógeno? Un estudio publicado en la revista Biological Reviews trata de esclarecer esta incógnita a partir de la idea de que el impacto del asteroide fue solo el golpe de gracia a una serie de desdichas.

Antes de que un gigantesco asteroide de 10 kilómetros de ancho golpease en lo que hoy es la Península del Yucatán (México), la Tierra ya estaba debilitada por diversas catástrofes naturales tales como una prolongada actividad volcánica, variaciones del nivel del mar y el cambio climático.

Estos factores desencadenaron un efecto dominó en la cadena alimenticia que afectó primero a plantas como el placton, después a los herbívoros y, finalmente, a los carnívoros que se alimentaban de ellos.

El asteroide, a su vez, trajo tsunamis, terremotos y radiación de infrarrojos que propagó incendios forestales por todo el mundo y aniquiló a todo tipo de ser vivo, a excepción de los animales y plantas que estaban resguardados bajo tierra, bajo el agua o que tenían capacidad de volar.

Los investigadores sugieren que si el impacto se hubiese producido unos pocos millones de años atrás, cuando la variedad de especies era mayor y la cadena alimenticia más fuerte, las nuevas especies habrían tenido tiempo para evolucionar y, probablemente, para sobrevivir.

“Los dinosaurios fueron víctimas de una mala suerte colosal. No sólo se produjo el impacto de un asteroide gigante sino que sucedió en el peor momento posible, cuando sus ecosistemas eran vulnerables”, afirma Steve Brusatte, uno de los investigadores del estudio.

El también investigador Richard Butler, añade: “No hay nada que sugiera que los dinosaurios estaban condenados a la extinción. Sin ese asteroide, los dinosaurios probablemente todavía estarían aquí y nosotros muy probablemente no”.

Qué precipitó su desaparición, ¿un asteroide o la actividad volcánica?

Aunque se trata de una cuestión polémica, a día de hoy la comunidad científica se inclina por la teoría del impacto extraterrestre, basada en el descubrimiento de iridio, un material negruzco que sólo se encuentra en determinadas clases de meteoritos, en la tierra y en los océanos. Esto condujo a algunos expertos a afirmar que el iridio se esparció por el planeta cuando un cometa o un asteroide cayó en algún lugar de la Tierra y a continuación se evaporó.

Un equipo de investigadores del Centro Geocronológico de Berkeley (BGC) de la Universidad de California consiguió demostrar que la desaparición de los dinosaurios coincidió exactamente con la fecha del impacto.

Redacción QUO