Investigadores dell Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) ha descubierto un auténtico yacimiento de excrementos fosilizados de hiena. El hallazo se ha producido en el Barranc de la Boella, y demuestra que los animales convirtieron este lugar hace un millón de años en su letrina privada.

El estudio de estas heces fósiles permitirá saber cómo era la alimentación de estos animales y, consecuentemente, cuál era el entorno que acogió las sociedades homínidas que vivieron en aquel lugar. Palmira Saladié, codirectora de la excavación, ha manifestado que este tipo de heces «son unas buenas trampas para capturar y conservar el polen y, por tanto, los datos que se puedan obtener en el laboratorio de Arqueobotánica de nuestro instituto serán muy buenos para saber cómo era el paisaje y el clima de entonces».

A la espera del estudio en laboratorio, la arqueóloga avanza que: «La asociación entre las heces fosilizadas y los restos de industria lítica que han aparecido en la misma zona indican que tenemos un entorno con muchos recursos abundantes, porque vivían en un mismo espacio dos de los más grandes depredadores del Pleistoceno: los homínidos y las hienas. Y ambos tenían que competir por esos recursos».

Redacción QUO