Cuando llegan a la madurez sexual, los gorilas adolescentes suelen abandonar el grupo en el que han crecido y marchar a buscar fortuna (es decir, parejas reproductivas). Pero en ese camino hacia la independencia, machos y hembras adoptan estrategias distintas: mientras ellos vagan por el bosque hasta toparse con una fémina con disposición favorable, ellas procuran no alejarse demasiado de casa y unirse a grupos de su entorno.
Ahora, un grupo de investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva propone que una de las causas de esa timidez aventurera reside en el estómago de los animales: la necesidad de quedarse en entornos donde la vegetación, su principal alimento, les resulta conocida.
En un estudio publicado en la revista Current Biology, Katerina Guschanski y sus colegas han analizado la estructura genética de un grupo de gorilas de montaña en Parque Nacional Bwindi (Uganda). Han comprobado que las hembras de diferentes grupos en una determinada zona están emparentadas, mientras los machos con lazos de sangre se distribuyen por diversas regiones del parque. Las hembras con afinidad genética siempre se encuentran en territorios situados a una determinada altitud, con condiciones climáticas similares y, por tanto, la misma vegetación. Por ello, deducen que la dieta constituye un factor importante para ellas a la hora de procurar no alejarse de la comunidad de origen. Mientras, ellos pasan de elegir menú.
Pilar Gil Villar