La extinción de especies es uno de los efectos amplificadores del cambio climático. Según investigadores de la Universidad de Stanford (California), la deforestación o los peligros que envuelven a la biodiversidad poseen efectos mucho más fuertes en los climas húmedos que en los secos.

“El clima actual y futuro de una región se debe considerar al evaluar el impacto de la conversión del hábitat», explica el autor Lucas Frishkoff, quien estudiaba un doctorado en Biología en Stanford en el momento de la investigación.

El estudio apunta hacia el inicio de una nueva época geológica: la Homogocene. Esta época se caracteriza, fundamentalmente, por una tendencia de la biodiversidad a homogeneizarse, es decir, a concentrar las ramas de las familias. Pocas especies que puedan contarse con los dedos de una mano.

“Nos centramos en los trópicos ricos en vida silvestre, debido a que se espera que el cambio especialmente dramático allí”, expone el coautor Gretchen Daily, profesor de Ciencias Ambientales e investigador asociado del Instituto Stanford Woods. Según explica, en estas regiones se esperan caídas de hasta 4 grados centígrados, junto a un 20% de precipitaciones en el próximo siglo.

Para el año 2050, los investigadores estiman que habrá que alimentar a 9 mil millones de personas. Según sus proyecciones, la mitad de las plantas y animales de la Tierra se habrá extinguido el próximo siglo.

El equipo estudió a 300 especies de aves en Costa Rica durante 12 años. Enfocándose en los efectos de la deforestación, constataron una reducción de especies en las regiones húmedas, mientras que en los climas secos tendían a mantener el mismo número. Esto podría deberse a que los espacios resultantes guardan más semejanzas con paisajes como matorrales o sabanas. “No solo estos paisajes despejados conducen a una disminución de la humedad, sino a un aumento de la temperatura”, indica Daily.

Según concluyen los investigadores, los resultados de este estudio (publicado en Ecology Letters) podrían fundamentar el desarrollo de medidas encaminadas a una economía agraria más respetuosa con la biodiversidad.

Redacción QUO