Las malformaciones no son exclusivas de los seres humanos. Se dan en casi todas las especies animales, y los tiburones no son una excepción. Ahora, un equipo de científicos ha descubierto por primera un embrión de un escualo con dos cabezas, que estaba desarrollándose en el interior del huevo. Aunque, finalmente, no llegó a nacer.
El ejemplar en cuestión es una pintarroja del Atlántico, una especie ya de por sí muy poco conocida. Cada una de las cabezas del embrión tenía su respectiva boca, sus ojos y sus hendiduras branquiales. Además, el animal poseía dos corazones, dos cerebros y dos estómagos, aunque un solo intestino, lo que hace pensar a los investigadores que hubiera tenido pocas posibilidades de sobrevivir si hubiera llegado a nacer.
Los autores del descubrimiento no creen que la malformación haya sido debida a una mutación producida por la contaminación del mar, sino que se debió a una incompleta separación del embrión en dos.
[image id=»85541″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Vicente Fernández López