Un equipo de la Universidad de Cambridge demostró que algunas aves no solo aguzan el ingenio movidas por el hambre, sino que planean su menú incluso cuando están saciadas. En una primera etapa, pusieron dos comederos para unos arrendajos: uno que a veces contenía piñones y otro en el que nunca había nada. Después abrieron un tercer comedero siempre lleno de piñones; y las aves trasladaron parte de la comida al que siempre estaba vacío, por si un día no había en ninguno de los otros dos. Pero hubo quien dijo que quizá las aves estaban hambrientas y que esa sagacidad se la había propiciado el hambre. Así que los investigadores realizaron el experimento que ves en la foto y que a continuación te explicamos:

Se plantean dos escenarios:
Alimentaron a un arrendajo con pienso hasta que no podía comer más. Cuando podía esconder pienso o piñones, elegía estos últimos en mayor cantidad, porque acababa de hartarse de pienso.
El escenario B.
Se le volvió a suministrar pienso. Cuando el arrendajo eligió de sus propios escondites, se decantó por los piñones, de los que tenía muchos guardados.
El escenario A.
Esta vez recibió piñones para comer. Cuando él pudo elegir entre sus escondites, buscó pienso, pero había poco, porque planificó “aconsejado” por la saciedad.

Siguientes veces que se le plantea el escenario B
De nuevo, se le saturó de pienso. Recordó la escasez de la vez anterior, y ahora guardaba la misma cantidad de pienso que de piñones. Después se le ofrecieron solo piñones. En el momento de elegir de qué “despensa” comer, se alimentó del pienso que, aparentemente, planeó comer al almacenarlo.

Redacción QUO