La historia de este oso tibetano (Ursus thibetanus), también conocido como oso negro asiático u oso de la luna (debido a una marca distintiva de color amarillento-blanquecino en forma de una “V” o una media luna) es de esas que te encoge el corazón.

Os presentamos a Nyan htoo, vive en Myanmar y apenas tiene 2 años, pero en este tiempo ha pasado ya por varias aventuras. La primera y más impactante fue que un grupo de traficantes birmanos le separaron de su madre cuando aún era muy joven, y es que en China existe una gran demanda de la bilis que segrega la vesícula de estos animales para uso en la medicina tradicional. Pero tuvo la suerte de ser rescatado a tiempo por unos monjes que se hicieron cargo de él.

Al ver que su lengua no era normal, contactaron con el veterinario local, el cual a su vez habló con una antigua compañera de la Universidad de Edimburgo especializada en veterinaria, Heather Bacon. Viendo la gravedad del asunto se personó en el centro de rescate donde se encontraba el animal (a unas 4 horas de Yangon) y comenzó la intervención con el instrumental necesario para tan delicada tarea: “He trabajado con osos durante cerca de 10 años y nunca había visto algo así en mi vida. Fue realmente increíble”, apuntó Bacon.

La operación duró 4 horas e implicó eliminar hasta 3 kilos de tejidos. De hecho, su lengua colgaba por fuera de la boca y le impedía comer con normalidad.

[image id=»92923″ data-caption=»A la derecha, la doctora Bacon durante la intervención. Fuente: Universidad de Edimburgo» share=»true» expand=»true» size=»S»]

¿A qué se debe la afección?

Según Bacon, puede tratarse de un problema congénito o elefantiasis, una infección parasitaria que se transmiten por picaduras de mosquito y que nunca había sido reportada en osos o en otro tipo de animales. A pesar de que ya se trató de eliminar parte del exceso de la lengua en otras intervenciones anteriores, no fue hasta esta última cuando se decidió cortar por lo sano: “Debatimos mucho sobre el tema, porque era una intervención importante que no tenía vuelta atrás, pero en términos de calidad de vida era la mejor manera de poder permitirle llevarla de la forma más normal posible. Tener 3 kilos de lengua colgando es mucho peso que estaba afectando a su mandíbula y su cabeza. Además, la llevaba arrastrando por el suelo, lo que suponía ya un problema de higiene. Ni siquiera podía cerrar la boca, pero ahora le será posible y tendrá que aprender poco a poco a manipular alimentos en la boca. Al fin y al cabo, es algo nuevo para él”.

[image id=»92924″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]

Fuente: The Guardian

Alberto Pascual García