¿Existe realmente un conflicto latente entre los seres humanos y los animales?

Desde luego; yo creo que sí existe, y hace mucho tiempo. Los seres humanos llevamos siglos moviéndonos en el hábitat de numerosas especies animales en todo el mundo sin respetarlo, y esto les está causando una gran cantidad de dolor y sufimiento. Además, a medida que las obligamos a desplazarse de sus hogares, nosotros “redecoramos la naturaleza” a nuestro gusto, basándonos en motivos evidentemente egoístas.

Los expertos dicen que últimamente se ha producido un aumento de episodios violentos de ellos hacia nosotros. ¿Puede deberse a un sentimiento de venganza por todo lo que les hemos hecho?

El aumento de ataques parece demostrado. Además, los animales sin duda son capaces de mostrar venganza. Aunque, como apunté en mi libro La vida emocional de los animales (Ed. Fundación Altarriba), aunque sintieran venganza, como sucede con otros sentimientos que compartimos con ellos, esto no significa que la practiquen como los humanos. De hecho, creo que aunque alguno de los ataques que se están produciendo sean debidos a la venganza, esta no es la razón prin­cipal. La verdad es que los en­cuentros entre seres humanos y los animales están aumentando, porque seguimos invadiendo su hábitat. Ofrecer una teoría de venganza animal universal es exagerado.

¿Podremos llegar en algún momento a reconciliarnos con el mundo animal?

Tenemos que aprender a convivir con las demás especies animales. Creo que solo llegaremos a un acuerdo con ellos siempre que empecemos a respetar su forma de vida y entendamos que tienen derecho a su propia tierra, que no podemos invadir cuando nos venga en gana.

Como sucede entre nosotros, ¿hay también animales buenos y malos?

Nuestra calificación de lo bueno y lo malo no puede ser trasladada a los animales, y aunque a veces se los represente así, no existen animales malos por definición. En un momento dado, su comportamiento puede parecerlo, pero siempre tiene una justificación en la lógica de la naturaleza. En mi nuevo libro, que se publicará en la primavera de 2009 y que he titulado Justicia salvaje: la vida moral de los animales, mi coautora, Jessica Pierce, y yo hablamos sobre cómo la mayoría de los animales sienten empatía, tienen comportamientos compasivos y cooperan los unos con los otros. Aunque también discuten entre ellos y se defienden de los ataques, protegen a sus crías, etc.

La imagen de Gana, una gorila que cuidó a su cría ya muerta durante días, ha despertado el debate sobre si los animales tienen conciencia de lo que significa la muerte. ¿La tienen?

Hay muchos ejemplos como este, que demuestran que sí. Las urracas, por ejemplo, velan durante días. Aunque esto no significa
que vivan la muerte como nosotros, ni que al­berguen sentimientos similares. Cuando sufren una pér­dida, se aíslan del grupo, dejan de comer y les cuesta mucho volver a su vida normal.

Redacción QUO