No siempre «eso que te roza» es un tiburón. Éstas son las especies animales y vegetales que habitan la llamada zona infralitoral de la costa española. Ya sabes, no te bañas a solas.

Mediterráneo, de Cabo de Gata a cabo de Trafalgar

Del Mediterráneo al Atlántico. Nada más superar el meridiano de Gata el universo submarino se transforma. Un movimiento de enormes masas de agua se produce en el mar de Alborán –el brazo más occidental del Mediterráneo– y por el angosto y poco profundo paso del estrecho de Gibraltar, el agua proveniente del Atlántico entra superficialmente en el Mare Nostrum mientras que en las profundidades fluye el agua mediterránea hacia el océano.

El biotopo más representativo de estos fondos es el formado por los bosques de laminarias que, según Jacques Cousteau, “es uno de los paisajes submarinos más extraordinarios que existen en el mundo”. Así, algo de lo que ‘nos roza’ cuando entramos mar adentro son en realidad algas pardas poco corrientes en el resto del litoral que alcanzan proporciones gigantescas.

El paso de los atunes
Aquí están las grandes almadrabas españolas –Barbate, Zahara de los Atunes…– porque es el paso de todos los grandes atunes. Junto a ellos, porque les sirven de comida fresca, llegan orcas y tiburones, como el tiburón Zorro, un ‘tipo’ tímido y muy rápido que puede llega a medir cinco metros y medio. No hay que asustarse, no se acerca a la costa.

Las águilas de mar
Pero si lo que ves a tu lado es una sombra que parece tener alas y volar, posiblemente se trate de un águila de mar o de una pastinaca –son mantas–.Tienen su peligro, ya que se caracterizan por tener una o más espinas venenosas en la base de la cola; en realidad, sólo la usan como arma defensiva. Normalmente se entierran echándose arena sobre el lomo.

Cambio de sexo
Pero los peces más comunes de estas aguas son los sargos, las serviolas –hay cinco especies distintas, una de ellas el pez limón– y las hurtas, una de las muchas especies acuáticas que cambian de sexo cuando alcanzan la madurez (a los dos años se convierten en machos).

Galicia

Desde Estaca de Bares hasta la desembocadura del río Miño: 700 kilómetros de litoral profundamente escabroso y recortado. Las Rías son estuarios donde se mezcla corriente fluvial y oceánica y, por esta peculiaridad de aunar agua dulce y salada, reproducen un ecosistema único. 
Bajo el agua de la costa gallega habita una inmensa riqueza de moluscos bivalvos: berberechos, almejas, mejillones, ostras… Son animales que necesitan arena o fango para ocultarse, entre ellos está la vieira ­–tan gallega–, uno de los platos favoritos de la estrella de mar. La vieira, un lamelibranquio –con las branquias en forma de lámina–, es capaz de saltar, huyendo de la estrella que, cuando la atrapa, segrega por su estómago un ácido al que no hay concha que se resista. Una curiosidad, cada una de sus láminas tiene entre 14 y 16 pliegues.
Pero uno de los habitantes más curiosos de estas aguas es el pez de San Pedro –muy rico, por cierto–, que  siempre va acompañado por un banco de pequeños peces, como si los dirigiera, que en realidad son su alimento. Se aproxima lentamente, se lanza sobre ellos y los aspira con su boca saliente.

Los peces planos
En estas costas –también se dan en el Mediterráneo– encontramos peces planos que de cuando en cuando suben a cuatro o cinco metros de la superficie; uno de ellos es el lenguado –que llega a descender incluso a 400 metros de profundidad, aunque también es posible verlo a 5 metros– y otro, el extraordinario pez Torpedo, que parece una sartén con lunares (ocelos). Son peces que viven en zonas fangosas y se caracterizan porque son de colores parecidos a la arena del mar. Además, por esas extrañas cosas que a veces tiene la evolución, son planos; perdieron su lateralidad y uno de sus ojos se fue desplazando hasta colocarse los dos en una misma cara.

Costa Brava

De Cabo de créus a la localidad de Blanes
Aquí se sitúa la Costa Brava, cuyo nombre se debe a su perfil abrupto, rocoso y acantilado, interrumpido intermitentemente por playas de fina arena. 
Lo más curioso de la fauna de esta costa son los animales que, por sus formas, recuerdan a vegetales.
Se llaman gorgonias y son como grandes abanicos o ramas que forman estructuras arborescentes. Su esqueleto está construido con una sustancia córnea, pero son muy flexibles y se mueven con las corrientes, tal y como lo harían las ramas de un árbol. Bajo el agua parecen bosques.

El paraíso de los meros
En las Islas Medas los meros están acostumbrados a que los buzos les den comida, y son mansos y cotidianos. Un mero puede pasar entre 25 y 30 kilos, y los hay a cientos en la costa catalana. Son hermafroditas, una parte de su vida son hembras y la otra pasan a ser machos. 

Los peces de roca
En la Costa Brava es muy común encontrarse con los peces de roca, como las rarísimas escórporas o el pez Escorpión –viven a entre 5m y 700 metros–. Este último tiene aspecto de pez viejo y ante los depredadores se defiende quedándose inmóvil hasta que la cosa se pone realmente fea.
Uno de los bichos más curiosos, que se encuentran muy cerca de la superficie, son los nudibranquios –con las branquias desnudas–. Son invertebrados y hay una gran variedad de ellos, de rarísimas formas y diversos colores. Son diminutos y parecen muy frágiles, pero la mayoría son urticantes, así que no resultan muy agradables al paladar.
Un capricho: El coral rojo. En España sólo se encuentra en Baleares, la costa Brava catalana y el Mar de Alborán. En Islas Medas se puede encontrar coral rojo a 7 u 8 metros de profundidad.

Cantábrico

Desde la Ría de Ribadeo, hasta el cabo de Higuer, a la entrada del río Bidasoa. Casi mil kilómetros de costa.
Una de las características fundamentales del paisaje de este litoral son las llamadas rasas. Largas y estrechas superficies planas que terminan en acantilados de altura variable, entre 20 y 150 metros sobre el nivel del mar. En estas costas, cuando la marea se retira, y debido a su especial orografía, se forman grandes pozas, las llamadas ‘pozas de marea’, que parecen pequeñas piscinas y son auténticos acuarios naturales.
En estas pozas se pueden encontrar variedades como quisquillas, pulpos, anémonas, actinias…

Vivir sin agua
Aunque son más habituales en la costa atlántica, también en el Cantábrico es posible encontrar uno de los crustáceos de mayor importancia y repercusión económica y, según los entendidos y sibaritas, el rey del marisco: el percebe. Hay otra exquisitez culinaria –aunque sólo se la comen los canarios–, y son las lapas, que pueden permanecer en seco durante horas mientras se retira el mar, debido a que aprisionan bajo su concha el agua, habilidad que les permite esperar a la pleamar. A su alrededor viven distintas especies de caracoles marinos, como el bígaro, que también pueden soportar largas temporadas viviendo sin ningún contacto con el agua.
La línea de pleamar marca el límite superior de unos moluscos muy apreciados, los mejillones de roca. Se fijan a la costa con su biso y ofrecen un bellísimo color azul oscuro. Su musculado y magro cuerpo no llega a ocupar todo el espacio de la concha –como ocurre en los lugares menos batidos por el oleaje–.
Otro de los extraordinarios bocados del Cantábrico es el rape –también se encuentra en el Mediterráneo–, inconfundible por su cuerpo aplanado y su enorme boca, con la que se sabe que es capaz, incluso, de cazar aves marinas que se acercan a ellos. Y otra curiosidad, su huevos tienen forma de un largo velo gelatinoso. Junto al rape están las fanecas –sólo se acercan a la costa cuando son jóvenes– y las maragotas –con una línea amarilla–, muy curiosas en cuanto a que no hay diferencias externas entre los sexos.

Mediterráneo

De Cabo de San Antonio a Cabo de Gata
Son 250 millas náuticas que incluyen el litoral de tres provincias: Alicante, Murcia y Almería. 
La fisonomía de la costa, al margen de las grandes playas como la de Benidorm o San Juan, es alta y rocosa. Bajo el mar, hay grandes extensiones de posidonia –las famosas algas– que, en realidad, son plantas que en primavera florecen y en otoño pierden sus hojas; esos montones de algas marrones que se ven en la playa son la caída de la hoja de la posidonia. Bajo el mar, parece una pradera con miles de animales asociados a ella, porque entre sus hojas encuentran comida y refugio.

Peces como serpientes
Es el lugar perfecto para peces que se alimentan de vegetales como los lábridos: doncellas –naranjas en la juventud–, tordos, castañuelas –que al nacer son azules y de adultas, negras…– y son también un refugio para los pulpos. El pulpo, como otros muchos animales marinos, adapta
su color a la zona en la que se encuentra. Uno de sus primos cefalópodos es la sepia –su cuerpo es ovalado y tiene una concha interna dura–, que también guarda tinta para utilizarla como arma arrojadiza en un mal momento. Los caballitos de mar cada vez son más difíciles de ver en nuestra costa, pero hay muchos en el Mar Menor. Viven muy bien en la pradera de zostera –muy habitual en esta zona– porque es muy fina y el caballito la aprovecha para sujetarse con su minúscula cola.
Otras de las grandes sorpresas del Mediterráneo más concurrido por los veraneantes son las morenas y los congrios; en realidad, son peces, pero parecen serpientes de aspecto amenazador. Viven enroscadas y cazan de noche. Es frecuente verlas cerca de la costa –son totalmente inofensivas– y suelen tener alrededor de la boca animales que las desparasitan y viven asociados a ellas.

Canarias

Las canarias son islas profundamente marcadas por la actividad volcánica y la fuerte acción erosiva del mar bajo cuyas aguas se extienden desiertos de arena, valles exuberantes y verdaderos jardines tropicales. En este particular paraíso conviven especies típicas del Atlántico y del Mediterráneo junto a otras que pueblan los mares tropicales.
El Pez Trompeta, por ejemplo, muy típico del Trópico, abunda en la isla de El Hierro. También en esta isla, la más pequeña del archipiélago, es fácil encontrar peces Ballesta, o el famoso y peculiar pez Globo o Tamboril, que debe su nombre a su capacidad para hincharse cuando se siente atacado –puede llegar a medir un metro–. Así se muestra mucho más grande y atemoriza a los posibles depredadores; sin embargo, en ese momento pierde todo su poder natatorio y es posible incluso cogerlo con la mano.  

Cambio de color
Otros peces típicamente canarios son las Viejas, la única especie de pez Loro en la que las hembras tienen más color que los machos –rojo y amarillo–. También son muy abundantes los Gallos Azules, de cuerpo alargado y cola como una escoba, y muy curiosos porque frecuentemente nadan cabeza abajo. Otra ‘rareza’ de estas aguas es que en ellas hay múltiples individuos de colores distintos a los de su especie; por ejemplo, en Canarias es posible encontrar abadejos Capitán o chopas de color amarillo, cuando la mayoría de sus congéneres en otros lares son de un discretísimo tono gris.

Un jardín de anguilas
En Canarias también hay tortugas, mantas raya y algo que no se repite en ningún otro lugar de la Península, las anguilas Jardín. En realidad, una secreción del borde de la cola de esta anguila hace que la arena se solidifique y forme tubos donde se esconde. Durante el día, asoma la mitad anterior del cuerpo para comer el placton flotante.