Si eres un biólogo fascinado por alguna criatura terrestre poco conocida, y te encuentras a la caza y captura de financiación, deberías tener en cuenta lo que el profesor James Carlton describe como la regla de los pequeños: cuanto menor tamaño corporal tenga la criatura en cuestión, menor será también el número de estudios y de expertos que podrás encontrar.
Afortunadamente, no todos los científicos tienen en cuenta esta regla al elegir una criatura a la que dedicarle toda una vida de estudio, y ese es el caso del japonés Shin Kubota, profesor asociado en el Laboratorio Biológico Marino Seto (SMBL) de la Universidad de Kioto y el mayor experto mundial  en el hidrozoo Turritopsis dohrnii, conocido como “la medusa inmortal”.

Una especie necesitada de cuidados extremos
Hace ahora casi un cuarto de siglo que la Turritopsis dohrnii saltó a la fama, cuando el biólogo marino alemán Christian Sommer descubrió que este pequeño cnidario del orden de los hidroides tenía una pequeña peculiaridad: se resistía a morir.
Pero, aunque pudiera parecer que su capacidad única la ha hecho una criatura muy popular en las salas de estudio científico de medio mundo, lo cierto es que casi nadie se ha tomado en serio a esta criatura. Salvo contadas excepciones, como el profesor Kubota. Su encomiable labor comienza ahora a ser reconocida en todo el mundo. Por eso, en Naukas/Quo contactamos con él para conocer de primera mano su formidable trabajo.

Al diseccionar los tentáculos, de cada porción nace un nuevo pólipo

Una tarea realmente colosal, porque esta criatura (con el tamaño de una uña de pulgar) es realmente complicada de conservar. De hecho, las peripecias que Kubota tiene que padecer para mantener viva a la colonia que estudia son realmente esclarecedoras.
Tal y cono nos relató el propio investigador, cada mañana saca una a una las placas del refrigerador, les cambia el agua, las coloca bajo el microscopio para comprobar que nadan por sí solas, que han digerido la comida y que su aspecto físico es saludable. Luego, las alimenta meticulosamente con huevos desecados de camarón de la especie Artemia cyst. Estos diminutos huevos son, sin embargo, demasiado grandes para la medusa, por lo que Kubota tiene que partirlos al microscopio con dos finas agujas.

No es de extrañar que el profesor necesite tres horas cada día para mantener viva y saludable su colonia. Si, como sucede a menudo, le invitan a dar una conferencia en alguna otra universidad nipona, Kubota tiene que estar de regreso en 24 horas, para proseguir con sus cuidados únicos. Cuando la invitación es al extranjero, el profesor se ve obligado a viajar con su nevera portátil.
Todo sea por comprender la clase de transdiferenciación celular que permite que una pequeña medusa, que previamente había sido un pólipo con aspecto vegetal, logre retornar a ese estado “juvenil” cuando sus depredadores (las babosas marinas) la mordisquean.

Las ramitas de la vida
Cuando se la agrede, la medusa se convierte en una especie de “bola de carne” que se deja caer al fondo del tanque. Con el paso de los días, termina por transformarse en un pólipo, una especie de tallo del que acaban brotando unas ramitas (estolones), a través de las cuales la Turritopsis volverá a generar nuevas medusas.
¿Pero cual es el secreto de esta mutación celular? ¿Acaso está compuesta íntegramente por células madre? “No”,  responde el investigador. “Tal y como probaron científicos suizos e italianos, las células que normalmente no se dividen son capaces de transformarse en el caso de la Turritopsis dohrnii. Las células intersticiales (células madre) de esta criatura podrían no tener nada que ver en el proceso de rejuvenecimiento”.

 ¿Dónde podría estar el secreto entonces? “Parece que está en los tentáculos”, aclara Kubota. “El manubrio (un tubo en el pie de la medusa que está compuesto por el estómago y las gónadas) no está involucrado en el proceso. Sin embargo, cuando disecciono sus tentáculos, parte de ellos logran rejuvenecer, o lo que es lo mismo, nace un pólipo de cada porción, como si fuera una estrella de mar”.
El profesor Kubota cree que podremos llegar a conocer el proceso que hace inmortal al ADN de esta criatura, y que tal vez podamos aplicar este conocimiento en nuestro propio provecho. “Cuando lleguemos a estar preparados. Ahora mismo, la humanidad no se lo merece, mire lo que le hacemos a la naturaleza”, sentencia el investigador.

¿Aplicable a humanos?
Desde que en 2003 la protagonista de una serie muy popular en Japón, titulada 14 meses, se bebió una poción basada en la Turritopsis que la hacía rejuvenecer, esta medusa se ha convertido en toda una celebridad en el archipiélago del sol naciente. ¿Y quién mejor que Kubota y su karaoke para loar las capacidades de este hidroide tan difícil de matar?
El investigador reconoce que aún necesitamos un mayor conocimiento en los procesos logrados por su amada Turritopsis. Pero aunque lleguemos a comprender por completo el secreto que encierra, ¿cómo salvar el enorme abismo genético que separa a humanos e hidrozoos?  “Seguramente, no podremos replicar el proceso al 100% en nuestra especie”, apunta Kutoba, “pero aun así, podríamos encontrar el modo de aplicar el conocimiento adquirido en nuestro favor”.

Lo cierto es que, en un estudio publicado en 2005, se descubrió que el genoma de las cnidarias es mucho más complejo de lo que pensábamos. Uno de los autores de aquel escrito, el paleobiólogo molecular Kevin J. Peterson, declaró recientemente que: “Existe una asombrosa similitud genética entre las medusas y los seres humanos. Obviando el asunto de que contamos con dos duplicaciones del genoma, por lo demás, nos parecemos a una maldita medusa”.

Eso podría explicar el contagioso optimismo de Kubota, quien opina que la medusa de sus amores, “la especie más milagrosa de todo el reino animal”, en sus propias palabras, podrá mejorar sensiblemente nuestra longevidad en el futuro. Tal vez solo sea cuestión de décadas”.

El increíble Superhombre Medusa

Separado y con dos hijos, Shin Kubota es una auténtica celebridad en Japón. En el acuario donde investiga se encarga de dar conferencias a los escolares, ante los cuales se presenta como su álter ego, el superhéroe Hombre Medusa Inmortal. Ataviado con una bata blanca de laboratorio, un llamativo sombrero con tentáculos y a los mandos de otra de sus grandes pasiones, el karaoke, el profesor Kubota convierte sus explicaciones en un formidable espectáculo que los niños no podrán olvidar nunca.

Su almuerzo

Los huevos de la especie Artemia cyst, conocidos popularmente como sea monkeys, son la comida favorita de la medusa inmortal.

Nacimiento

Una red de nuevos pólipos, formada en una placa de laboratorio.

El estolón

Nombre que recibe esta especie de rama surgida del pólipo, y de la cual se crearán nuevos ejemplares.

La medusa eterna

Durante 15 años, Shin Kubota ha recopilado todo el conocimiento empírico del que ha sido capaz trabajando con esta especie. Ha aprendido, por ejemplo, que ciertas condiciones, como la falta de alimento, un tamaño de campana demasiado grande, o el agua a menos de 22ºC, inhiben su rejuvenecimiento. Parece, entonces, que sí hay una forma de acabar con ella; y es que, después de todo, incluso Supermán tiene su kriptonita.

Aspecto de un espécimen recién nacido.