A ciegas

El ornitorrinco nada utilizando su cola como remo. Con ojos y oídos cerrados, localiza a las presas por los electrosensores de su pico.

Mucho salero

Al zambullirse en busca de las algas que suponen su único alimento, la iguana marina acumula sal que luego expulsa estornudando.

Sin parar

El delfín nadador del Atlántico no se detiene ni para darse un buen banquete de peces. Supera los 33 km/h y solo respira 3 ó 4 veces por minuto.

Insólito

Odín, un tigre de Bengala albino, está entrenado para bucear tras las presas de carne que le tiran a la piscina de un zoo de San Francisco.

¡Socorro!

Lo último que quieres ver bajo las olas: los 8 m de un tiburón peregrino. Pero tranquilo, solo está filtrando plancton para alimentarse.

Aliento materno

Por mucho que disimulen a base de ternura, lo cierto es que los hipopótamos ¡no saben nadar! Avanzan a saltos sobre el fondo.

Ágil

Aunque este lleve la trompa sumergida, los elefantes la utilizan como un snorkel para nadar, mientras se impulsan con las cuatro patas.

Hora de comer

Las hembras de manatí amamantan a su cría durante un año. Mientras, ellas van buscando vegetación para ir reponiendo fuerzas.

Placer a medias

En el Oceanográfico de Qingdao (China) los visitantes pueden nadar junto a las belugas. Unos encuentros inolvidables para un niño, pero algo estresantes para el animal.

A jugar

Los delfines crean un remolino de agua y soplan por él; luego, intentan controlar el anillo resultante.