Las personas tenemos la suerte, unos más que otros, de disfrutar de una compleja reproducción sexual, y la idea de que una mujer dé a luz virgen nos parece extraordinaria. Sin embargo, este mecanismo, conocido científicamente como partenogénesis, es más habitual en especies sexuales de lo que hasta hace poco se pensaba. Muchas especies animales recurren a ella, y protagonizan historias tan sorprendentes como estas.

La pitón y su sensualidad privada

Lo nunca visto sucedió por fin en el Zoo Louisville de Kentucky (Estados unidos), hace dos años. Thelma, una pitón reticulada que había pasado cuatro años en el más absoluto celibato, puso 61 huevos. Seis de ellos se convirtieron en serpientes totalmente sanas. Las pruebas de ADN publicadas en la Biological Journal of the Linnean Society confirmaron que los había engendrado ella sola. El fenómeno se había visto en otras especies de pitones, pero no en una reticulada.

Pez sierra, el pionero salvaje

Este verano, siete peces sierra se convirtieron en los primeros vertebrados salvajes que dan a luz sin la necesidad de machos de los que se ha tenido noticia (los tiburones y las rayas, por ejemplo, lo hacen en cautividad). Un estudio del fenómeno concluyó que el 3 por ciento de sus congéneres ha nacido de un parto virgen en Florida. Los científicos especulan con la idea de que, aunque la especie variabilidad genética con este sistema, puede ser una estrategia de supervivencia sí están amenazadas con desaparecer.

Pavos, un caso histórico

La idea de que la partenogénesis es un raro fenómeno artificial, reservado a animales cautivos, está asentada desde el siglo XIX. Fue entonces cuando comenzaron a aparecer informes sobre partenogénesis en gallinas, quizá el modelo de vertebrado en el que mejor se ha estudiado el fenómeno. Así comenzó a estudiarse el fenómeno en el pavo y se descubrió que no eran habladurías.

¿Y los mamíferos?

Gregory Pincus fue un investigador destacado en el estudio del sistema reproductivo de los mamíferos durante los años 30 del siglo pasado. El científico, de la Universidad de Harvard, llegó a conseguir resultados tan importantes como el desarrollo de una píldora contraceptiva. Su imagen se hizo menos ortodoxa cuando dijo haber conseguido que un conejo diera a luz virgen. Nadie pudo replicar su experimento. En 2004, la ingeniería genética permitió que un ratón tuviera descendencia sin tener sexo y que esa descendencia pudiera reproducirse. Pocos científicos apostarían a que algo así es posible en un entorno salvaje pero, ¿y si sí?

El mundo sin machos de los reptiles

Se sabe que hay especies de lagarto, del género Aspidoscelis, que no necesitan machos para sobrevivir. Es una característica que comparten, al menos, con otras 70 especies de vertebrados. Lo sorprendente de estos lagartos es que lo hacen de manera rutinaria mientras otros animales, como el dragón de Komodo, solo recurren a esta reproducción asexual ocasionalmente. Y, aún así, recombinan sus genes de alguna manera para mantener la variabilidad de la especie.

Para este insecto, no hay sexo sin pelea

Las hembras de una variedad gigante australiana de insecto palo, la Extatosoma tiaratum, son la prueba de que la partenogénesis no es una solución exclusiva de las hembras que no tienen machos disponibles. Las de esta especie pelean con todas sus fuerzas contra los machos que buscan un encuentro, a base de lanzarles sustancias antilibido y a patadas, si llega el caso. Solo si ganan la pelea, se reproducirán los machos. Es lo que vio un grupo de científicos que publicaron el descubrimiento el pasado

La reproducción terrorífica de las avispas

Las avispas parasitoides no viven el nacimiento mediante la partenogénesis como una fiesta. En su caso, está inducido por la bacteria Wolbachia, que desarma su sistema inmunológico antes de provocar todo tipo de tropelías. La infección les cambia el aparato reproductor, los machos se transforman en hembras fértiles o su esperma queda inutilizado -llegan a morir de las hembras-y las hembras infectadas pueden tener descendencia sin copular.