Un científico sugiere que los pulpos, con cerebros casi computerizados, herramientas y sociabilidad incipiente, podrían dominar el mundo tras nuestra extinción
En biología, el término “inteligencia” describe la capacidad de un organismo para resolver problemas y adaptarse a su entorno. En el caso de los pulpos, esta inteligencia está respaldada por un sistema nervioso único: sus ocho brazos poseen neuronas que les permiten tomar decisiones independientes, casi como si cada brazo tuviera su propio cerebro. Además, su habilidad para usar herramientas y su memoria avanzada los posicionan como una de las especies más inteligentes del océano. Pero, ¿podrían realmente construir una civilización?
La historia de la vida en la Tierra está marcada por extinciones masivas, como la que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años. Ahora, muchos científicos advierten que estamos entrando en una sexta extinción, impulsada por el impacto humano en la biodiversidad. Según un artículo de Nature de 2022, la mitad de las especies actuales podrían desaparecer antes de 2080 debido al cambio climático y la deforestación. Además, eventos catastróficos como guerras nucleares o el impacto de un asteroide podrían acelerar este proceso, eliminando incluso a los humanos y otros primates.
Si la humanidad desapareciera, ¿quién heredaría el planeta? Según el biólogo Tim Coulson, de la Universidad de Oxford, los pulpos podrían ser los candidatos más prometedores. Estos cefalópodos no solo habitan una gran variedad de entornos, desde costas hasta profundidades oceánicas, sino que también han demostrado un grado notable de inteligencia. Además, si dejamos de cazarlos y consumirlos, podrían prosperar en un mundo sin humanos.
A lo largo de la historia evolutiva, las extinciones masivas han abierto oportunidades para que nuevas especies dominen el planeta. Así como los mamíferos lograron evolucionar tras la desaparición de los dinosaurios, los pulpos podrían emerger como una fuerza dominante en un mundo post-humano. Esto se debe en parte a su extraordinaria capacidad para adaptarse y usar herramientas. Por ejemplo, en la naturaleza, algunos pulpos usan conchas de coco como refugio, mientras que en laboratorios se ha documentado que resuelven laberintos o incluso escapan de tanques para explorar su entorno.
Sin embargo, la inteligencia de los pulpos es diferente a la humana. Andy Dobson, de la Universidad de Princeton, describe su sistema nervioso como un “centro de procesamiento de datos” altamente avanzado. Aunque no tienen un cerebro centralizado como el nuestro, su red neuronal distribuida les permite coordinar sus extremidades y reaccionar rápidamente a su entorno. Esta forma de inteligencia puede ser una ventaja, ya que les da una percepción espacial y sensorial única.
A pesar de estas fortalezas, los pulpos enfrentan desafíos importantes para construir una civilización. Por un lado, su falta de vertebras hace que sea poco probable que desarrollen estructuras en tierra; cualquier sociedad avanzada tendría que ser acuática. Además, necesitarían encontrar una fuente de energía sostenible. Coulson sugiere que los pulpos costeros podrían aprovechar la energía de las mareas, mientras que los que habitan en las profundidades podrían recurrir a las fuentes hidrotermales, aunque esto sería más complicado.
El mayor obstáculo, sin embargo, es su naturaleza solitaria y, en algunos casos, caníbal. Peter Godfrey-Smith, de la Universidad de Sídney, explica que para formar una sociedad compleja, los pulpos tendrían que volverse más sociales y desarrollar vínculos intergeneracionales. Actualmente, los pulpos no transmiten cultura ni cuidan a sus crías, lo que limita su capacidad para construir comunidades unidas. Aunque se han observado especies que viven en grupos pequeños, este comportamiento es raro y aún está lejos de ser una norma.
Por ahora, parece improbable que los pulpos superen estas barreras en un futuro cercano, especialmente considerando que han existido durante más de 50 millones de años sin grandes cambios en su comportamiento social. Sin embargo, los científicos no descartan la posibilidad de que, con suficiente tiempo y las condiciones adecuadas, los pulpos puedan evolucionar hacia una forma de vida más colaborativa y organizada.
En un mundo donde la humanidad desaparece, los pulpos, con su inteligencia única y capacidad de adaptación, podrían ser los herederos más inesperados del trono de la civilización. Aunque aún tienen un largo camino por recorrer, su historia evolutiva demuestra que los caminos de la vida son tan diversos como impredecibles.
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