Se sabe que la depresión o el estrés pueden afectar al feto, pero poco se ha investigado hasta ahora acerca de emociones más pasajeras, como la felicidad o la tristeza. Para ver cómo reaccionaba el feto a ciertos estados de la madre, Kazuyuki Shinohara de la Universidad de Nagasaki, les mostró a 10 mujeres embarazadas un vídeo de Sonrisas y Lágrimas, mientras que otras 14 veían una lacrimógena escena de El campeón. En ambos vídeos se mostraron antes y después escenas neutras para que el equipo de Shinohara pudiera ver posibles cambios en los movimientos fetales.
Las mujeres escucharon las escenas a través de unos cascos para asegurarse que el único estímulo que llegara al feto fuera la emoción de las madres y no el sonido.
Así el equipo registró, a través de ultrasonido, los movimientos del feto y se comprobó que el movimiento de brazos era mucho mayor en el caso de los que “veían” Sonrisas y Lágrimas que en los que sufrían a El Campeón.
De acuerdo con Shinohara, la tristeza libera más hormonas del tipo de huida o pelea, lo que redirige la sangre fuera del útero, ralentizando así los movimientos del feto. El estudio ha sido publicado en Physiological Sciences.
Juan Scaliter
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