El tráfico ilegal de órganos en España estará perseguido por ley. Según recoge la modificación del Código Penal que se tramita en el Congreso de los Diputados «los que promuevan, faciliten o publiciten la obtención o el tráfico ilegal de órganos humanos ajenos o el trasplante de los mismos serán castigados con la pena de prisión de seis a doce años si se tratara de un órgano principal, y de prisión de tres a seis años si el órgano fuera no principal». Con esta medida, Sanidad pretende cortar de raiz un fenómeno creciente en todo el mundo. En España no hay constancia de ningún caso, pero se han detectado anuncios en internet que ofrecían riñones, el órgano más demandado, a cambio de pagos de entre 15.000 y 100.000 euros.

En China y en Pakistán, entre otros países, hay evidencias de esta práctica y en India el comercio era legal hasta 1995. Según la OMS, entre el 5% y el 10% de los trasplantes se realizan bajo alguna forma de comercialización. ¿Cómo es posible que haya adquirido tal dimensión? Uno de los motivos, según Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, es que «con el avance técnico de las últimas décadas, el trasplante de órganos ha pasado de ser una práctica que sólo se hacía en centros de élite, a convertirse en una intervención que se practica en hospitales de todo el mundo». A esto hay que unir un segundo motivo: la escasez de órganos para trasplante. «Ningún país tiene suficientes, hasta el punto de que la mortalidad en lista de espera de algunos órganos llega al 10% en algunos países», añade Matesanz. La demanda, desesperada ante la perspectiva de una muerte segura si no llega el trasplante, hace a algunas personas caer en manos de desaprensivos que intentan sacar beneficio económico de esa situación. Por ello, la modificación del Código Penal no sólo persigue a quien lo oferta o lo facilita, sino también a quien recurre al tráfico ilegal: «Si el receptor consintiera la realización del trasplante conociendo su origen ilícito sería castigado con las mismas penas (de seis a doce años».

Redacción QUO