Si un escaner desentraña en unos segundos los misterios de nuestra cuerpo, ¿por qué no había de revelar el secreto del sonido inigualable de los Stradivarius? Es lo que pensó Berend C. Sotel, profesor de la facultad de Medicina de la Universidad de Leiden (Países Bajos).
El profesor cogió ocho violines contemporáneos, dos Stradivarius, y tres instrumentos de la misma época que estos, y se los llevó al Mount Sinai de Nueva York. Y allí les hizo una tomodensitometría, la misma prueba que les practican a los pacientes con enfisema pulmonar.
El escaner reveló que la dulce cadencia de un Stradivarius se debe a la densidad de la madera con la que fueron construídos. Pero sigue el misterio, porque ahora hay que averiguar el motivo de dicha diferencia de densidad. Ya se avanzan hipótesis: las particulares condiciones climáticas de la época, que afectaron al crecimiento de los árboles, el mero envejecimiento de la madera, o algún tratamiento especial que le dieran los artesanos.
Redacción QUO