Gracias a una investigación llevada a cabo por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto del Cerebro y la Médula Espinal perteneciente al Hospital de la Pitié-Salpêtrière de París, ha podido identificarse el mecanismo que desencadena las crisis epilépticas. Este nuevo descubrimiento, permite la predicción de futuros ataques que puedan darse, algo prácticamente imposible hasta el momento en el campo de la epilepsia, lo que permitiría a los 400.000 ciudadanos afectados de esta enfermedad, mejorar su vida cotidiana.

La investigación, publicada en el último número de la revista Nature Neuroscience, explica que los investigadores han descubierto un «tipo de evento eléctrico que precede a la aparición de las crisis en enfermos de epilepsia de lóbulo temporal, resistente a los fármacos en un 80% de los casos» . Estas descargas eléctricas llamadas pre-ictales, se producen minutos antes de las crisis y provocan una asincronización de los circuitos temporales, llevando gran parte de las poblaciones neuronales dentro del foco epiléptico antes de llegar a propagarse por otros áreas cerebrales.

A pesar de que la epilepsia es una enfermedad documentada desde el babilónico (en el Código de Hammurabi) es muy poca la visibilidad social que tiene esta enfermedad de la que existen más de 40 clases. La estudiada por los científicos españoles y franceses, la del lóbulo temporal, parece ser producida más que por genética (como algunas de ellas) por problemas sufridos en la primera fase de desarrollo (fiebres, meningitis, etc.).

En España, a la cifra de 400.000 afectados, hay que sumar los 20.000 nuevos casos que se diagnostican cada año. Para que os hagáis una idea, según datos de la Federación Española de Epilepsia, en todo el mundo habrá unos 50 millones de personas que padezcan la enfermedad. Es cierto que gran parte de las epilepsias se resuelven con fármacos, pero un 20% de ellas son resistentes a los tratamiento y en el caso de la epilepsia de lóbulo temporal, el 80% no funcionan. Actualmente la única solución es la extirpación de las áreas epileptógenas.

Redacción QUO