Delicioso o constructivo, el chisme tiene un claro propósito: darnos información sobre personas de las que quizás queremos mantenernos alejados. En un estudio que muestra como nuestros cerebros hacen uso del cotilleo, los investigadores han podido descubrir que, incoscientemente, ponemos más atención en la cara de una persona sobre la que hemos oído cosas negativas.

Eric Anderson y su equipo, quienes han publicado el estudio en ScienceThe Visual Impact of Gossip-, diseñaron sus experimentos alrededor de un fenómeno denominado rivalidad binocular. Cuando dos imágenes diferentes son presentadas de manera simultánea ante los dos ojos, una persona primero ve una imagen y lueog la otra, pero la cantidad de tiempo en que cada imagen es registrada, no está -generalmente- bajo el control consciente del espectador.

Los investigadores mostraron primero a los voluntarios fotos de gente mientras describían cosas negativas, neutrales o positivas que la persona, en dicha fotografía, había supuestamente realizado. Tras esto, los voluntarios miraron en un estereoscopio espejo, en donde les fueron presentadas dos imágenes: un rostro y una imagen no relacionada (una casa). Los voluntarios presionaron una tecla en el teclado cuando la imagen que estaban viendo cambiaba de una a otra. Los resultados pudieron mostrar que los voluntarios registraron las caras de quien habían oído chismes negativos durante el período de tiempo más largo, en comparación con imágenes que fueron neutrales o positivas.

Los autores del estudio, intentaron que las caras fueran muy parecidas entre sí, con el fin de evitar la posibilidad de que los voluntarios estuvieran respondiendo a diferentes rasgos vistos en las fotografías. “En resumen, oír que una persona robó, mintió o hizo trampa vuelve más probable el que un perceptor conscientemente verá esa cara estructuralmente neutral pero supuestamente malvada”, afirman.

Redacción QUO