Es verdad que el mal olor puede convertirse en un serio problema e incluso pueden afectar a la salud, pero, de acuerdo con un nuevo estudio de la Universidad de Nueva York, nuestros recuerdos son más fuertes si se identifican con un olor desagradable. El descubrimiento amplía uno de los principios básicos del aprendizaje, el condicionamiento clásico, también conocido como respuestas pavlovianas. Tomando las hipótesis de Pavlov, un estímulo incondicionado genera una respuesta automática. Y, según los resultados de este nuevo estudio, las experiencias negativas influyen en nuestra capacidad para recordar eventos pasados.
«Nuestros experimentos demuestran que los malos olores son capaces de producir mejoras de la memoria tanto en adolescentes como en adultos, señalando nuevas formas de valorar cómo aprendemos y recordamos experiencias tanto positivas como negativas», explica Catherine Hartley, psicóloga de la Universidad de Nueva York y coautora del artículo que publica la revista Learning and Memory. Lo que sugiere este estudio es que los olores aversivos podrían usarse en el aprendizaje emocional y, en general, en los procesos de memoria. «La persistencia en la memoria de las asociaciones negativas aprendidas son características fundamentales de los trastornos de ansiedad, que a menudo surgen durante la adolescencia», añade.
Los trabajos de Pavlov son una de las bases de las ciencias del comportamiento. Este psicólogo ruso observó que al poner alimentos en la boca de un perro, este empezaba a segregar saliva como un acto reflejo que él llamó de salivación. Al realizar el experimento en repetidas ocasiones, observó que su presencia causaba que el perro empezara a segregar saliva sin tener la comida presente.
Más adelante, aplicó diferentes estímulos auditivos y visuales justo antes de servirle la comida al perro. Sus resultados indicaron que, tras varias aplicaciones, el animal asociaba los estímulos (ahora condicionados) con la comida. Pavlov llamó reflejo condicionado a la salivación que se producía tras esta asociación.
Para comprender mejor cómo las asociaciones negativas aprendidas influyen en la memoria durante la etapa de desarrollo, los investigadores neoyorquinos han utilizado una tarea de aprendizaje pavloviana a jóvenes de entre 13 y 25 años. Cuando los sujetos vieron las imágenes, los científicos midieron la transpiración de la palma de sus manos como un índice de excitación, una técnica de investigación común que se utiliza para confirmar la creación de una asociación negativa (en este caso, de un mal olor). Un día después, los investigadores probaron la memoria de los participantes. Tanto los adolescentes como los adultos mostraron una mejor memoria 24 horas después de ver las imágenes asociadas con malos olores.
Marian Benito