• La genética.
    Las variantes de determinados genes hacen que la grasa corporal se distribuya inadecuadamente, impidiendo la grasa subcutánea y aumentando la propensión a la de tipo visceral en el abdomen. Aumenta, por tanto, el riesgo de diabetes, alteraciones en los lípidos e hipertensión.
  • Acumulación de adipocitos.
    El tejido adiposo es uno de los más abundantes del organismo y de los más eficientes en su función, almacenar energía. Además, tiene la capacidad de modificar hasta veinte veces su diámetro y varios cientossu volumen.
  • Tener la pared abdominal débil.
    Por causa de embarazos múltiples o por sobrealimentación, sobre todo. Los músculos son muy pobres y se desgarran fácilmente, sin ofrecer resistencia, lo que ayuda a la tripa a crecer con facilidad.
  • Llevar una vida demasiado sedentaria.
    Un vientre plano exige realizar un programa de ejercicio físico, cardiovascular y de fuerza moderada, al menos tres veces por semana, incluso después de hacerse una liposucción.
  • El consumo diario de alcohol.
    (más de tres vasos de vino o cerveza) produce adiposidad abdominal con aumento del perímetro de la cintura y del índice de masa corporal.
  • Una alimentación inadecuada.
    La grasa visceral trasluce una dieta muy rica en grasas, sobre todo saturadas, y pobre en vitaminas y productos con fibra.

Redacción QUO