Entremeses, pimientos rellenos, lechón y turrón. El menú de Nochebuena podría haber sido el de cualquier otro año, pero este, en vez de regar los platos con cava, los he acompañado con analgésicos.
Estoy operado de hernia discal y desde hace unos días consigo, a duras penas, andar y trabajar. Mi espalda soporta cincuenta kilos de más y se queja del sobrepeso una y otra vez. Da igual en la postura que me ponga. A veces, ni los analgésicos consiguen silenciar su protesta; espero que lo consiga el bisturí.
He leído que las personas que se someten a un bypass gástrico, la operación que van a hacerme a mi, tienen un 50% menos de posibilidades de morir por problemas de corazón y un 60% menos de riesgo de fallecer de cáncer. Está muy bien, pero, si pudiera elegir un beneficio entre los muchos que me aseguran que me proporcionará la operación, ahora firmaría por que junto a los kilos se esfumara también este dolor de espalda.
Redacción QUO
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