“No hay quien crea que haya algo eficaz al ciento por ciento”, opina Paxton. Basados en PrEP, la suposición más optimista es que los medicamentos reducirán las infecciones un 60% ó 70%. Pero también existe el miedo de que pueda acabar siendo contraproducente al animar a los usuarios a practicar más sexo no seguro y, por tanto, acelerar la expansión del VIH. La perspectiva de “un montón más de gente que sale y tiene sexo salvaje sin protección es una gran preocupación”, según Paxton. “Tenemos que dejar bien claro a la gente que no se trata de un sustituto del condón, sino un plus añadido a él.”
Otra preocupación es la concerniente a la resistencia al medicamento. El VIH desarrolla fácilmente inmunidad hacia los medicamentos antivirales, razón por la que la gente que está en programas de HAART toma tres pastillas a la vez: la probabilidad de que el virus adquiera resistencia a los tres medicamentos simultáneamente es muy pequeña. El miedo con la PrEP es que algunos usuarios sean VIH positivo sin saberlo, y como la PrEP solo implica a uno o dos medicamentos, sus virus puedan desarrollar resistencia. Estas personas se convierten, entonces, en una potencial fuente de infección para otros que estén en programas de PrEP. Los medicamentos, además, son inservibles como tratamiento para ellos, así como para quienesquiera que ellos infecten subsecuentemente.

A debate
La resistencia es menos común para tenofovir y Truvada que para muchos de los otros antivirales, pero se da. Una solución podría ser insistir en que la gente que esté tomando PrEP se haga las pruebas de VIH regularmente, aunque esto aumentaría el coste del tratamiento.
Pero la PrEP no solo suscita cuestiones científicas, sino que también abre un debate político. Es casi seguro que algunos encontrarán la PrEP moralmente objetable, y que habrá enconados debates sobre quién debería pagarla, ya que se trata de un medicamento que, al menos en apariencia, da a la gente licencia para vivir su vida corriendo peligrosos riesgos.
También está el asunto del coste en los países pobres. Muchos fabricantes venden antivirales en esos estados a precio de costo: un dólar diario en el caso de Truvada. Pero aun así, los medicamentos solo llegan a un tercio de aquellos que lo necesitan. Teniendo en cuenta este panorama, proveer de PrEP a cualquiera que esté en grupo de riesgo de contraer el VIH en el mundo en vías de desarrollo parece pura fantasía.
Está claro que la profilaxis de preexposición no es la panacea, pero podría ser una medida provisional hasta que finalmente llegue una vacuna. “Conviene tener cuantas más opciones, mejor”, dice Stone. “No podemos quedarnos de brazos cruzados y sin hacer nada. Tenemos que seguir intentándolo.”

Redacción QUO