A casi todos nos resulta embarazoso estornudar en público, entre otros motivos por el riesgo de salpicar con saliva o mocos a las personas que se encuentran cerca. Por eso, si es posible, intentamos reprimir esa reacción cuando nos asalta, y tratamos de tragárnoslo o, como se suele decir, estornudar hacia dentro. Pero hacer eso puede en ocasiones acarrearnos males mayores de los que tratamos de evitar.

Así lo revela el caso que recoge la publicación médica British Medical Journal Case Reports, que describe como un varón inglés de unos cuarenta años, comenzó a sentir un terrible dolor en la garganta después de aguantarse un estornudo. Cuando acudió al hospital había perdido la capacidad para hablar y tenía grandes dificultades para tragar saliva. Fue entonces, cuando los médicos que le atendieron descubrieron que tenía perforada la faringe. Además, burbujas de aire se habían filtrado a través de la herida llegando hasta la caja torácica, lo que provocaba extraños ruidos en sus pulmones.

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Pero, ¿puede realmente un estornudo causar semejante herida? Según los autores del estudio, no se trata de algo muy habitual, pero si se conocen algunos casos de pacientes que han sufrido lesiones similares causadas al vomitar, toser, y también estornudar. Además, estornudar hacia dentro puede provocar dolor en los tímpanos en algunas personas. Incluso, un estudio realizado por radiólogos del Department of Radiology at University of California, recoge un insólito caso sucedido en 1982, de un paciente que acabó sufriendo un aneurisma por reprimir una tanda de estornudos.

Tal y como se insiste en el nuevo informe, este tipo de sucesos no son para nada habituales, y suelen estar relacionadas con problemas de salud ya preexistentes. Pero, aún así, nos recuerdan que aguantarnos las ganas de estornudar no siempre es una buena idea.

Vicente Fernández López