Escalera al infierno

El terror vive en el sótano. Como contaba Pardo Ba­zán, es un lugar en el que la penumbra: “Hace que la pata de una mesa pa­rezca un brazo momificado, y la es­fera de un reloj la blanquecina tez de un muerto”.

La tarántula en el vientre

Los insectos siguen ocupando un lugar destacado en el ranking de los miedos infantiles más populares. Pero parece que son los arácnidos las criaturas que más repelús le producen a los pequeños.

Visitantes nocturnos

Bajo la cama, en un armario o desde el suelo, los monstruos acechan a los críos en la soledad de su cuarto. Algunos psicólogos aconsejan dormir con su juguete preferido como protección contra ellos.

Feria macabra

¿Qué esconde el carro de la mujer barbuda, o el del equilibrista? Los pequeños héroes de la obra de Ray Bradbury La feria de las tinieblas, visitan un circo de pesadilla poblado por seres sobrenaturales.

Puerta a otra dimensión

En Las crónicas de Narnia, el escritor británico C. S. Lewis dejó bien claro que en las mentes infantiles, los armarios pueden esconder una puerta mágica que conduzca a un mundo de fantasía. Lo malo es cuando en la mente del crío por dicha puerta transitan monstruos en lugar de gnomos y otras criaturas bondadosas.

Te arrastraré al infierno

Lo peor de los miedos infantiles es que no se pasen, y nos sigan acompañando al entrar en la edad adulta. El cine de terror (y ahí tenemos sin más el reciente Anticristo de Lars von Trier) ha explotado la imagen de una selva de brazos que emerge de las entrañas del infierno. Y que es la versión más retorcida de las garras que salían de debajo de la cama del niño.

Silbido mortal

¿El miedo a los ofidios es genético? Esa es la hipótesis que investiga Vanessa DeLoache, del Child Study Center de Virginia, quien probó en un experimento que los niños de tres años ya eran precavidos con las serpientes.

A merced del lobo

¿Qué niña no se ha identificado con Caperucita? Muchas leyendas europeas hablan del pánico ancestral a esta fiera, como la de la bestia de Gévaudan (1764), un can que destrozó a varias decenas de niños.

El desván de la abuela

Toda vieja mansión que se precie tiene un desván de grandes dimensiones. Pero estos desvanes provocan sensaciones ambiguas en los niños. Por un lado les fascinan, ya que en ellos se guardan objetos y trastos viejos que despiertan su curiosidad. Pero por otro les aterran, porque también temen que allí puedan esconderse criaturas horrendas.

No te mueras, mamá

El temor a perder a los padres ha inspirado muchas historias. En esta foto resuenan ecos de Our Mother’s House, novela de Julian Gloag en la que unos niños ocultan el cadáver materno y siguen viviendo con él.

Ya están aquiií

El fotógrafo se inspiró para componer esta imagen en la famosa película «Poltergeist», en la que una niña sentía como los espectros penetraban en el mundo de los vivos a través del televisor.

Indefenso

Desafortunadamente, la mayoría de las veces los niños están solos frente a sus miedos infantiles. Es demasiado corriente que los mayores les miren con una sonrisa displicente cuando los pequeños les confiesan sus temores. Por eso, los críos se protegen con sus fetiches particulares: muñecos de peluche o juguetes que abrazan para espantar sus temores.

Rojo oscuro

Así se titulaba una memorable película de Darío Argento. El maestro italiano demostró su gran talento al ponerle a un filme de horror uno de los mejores títulos de toda la historia del género; una frase escueta pero que evoca el terror ancestral a la sangre que nos acompaña desde nuestra infancia.

Mira bajo la cama

Que levante la mano quien de niño no mirara en alguna ocasión bajo su lecho, para comprobar que no se ocultaba ninguna criatura maligna.

Adultos torturados

La historia del caníbal japonés Issei Sagawa pudo inspirar esta foto. El psicópata nipón confesó que de niño sufría una pesadilla recurrente: se cocía en una olla hasta que alguien le sacaba de allí… para devorarle.

Cena sangrienta

La segunda parte de Viernes 13 es el referente en el que se basó el artista para realizar esta foto. En ella, la protagonista se levantaba a medianoche como la niña de la imagen, y al abrir la nevera encontraba en su interior una cabeza cercenada.

Dulce trampa

Brujas que viven en casas de chocolate o que ofrecen piruletas para atraer a niños incautos. Historias típicas de los cuentos que enseñaban a los críos a desconfiar de los desconocidos.

¿Un globito?

El miedo atroz a los payasos se llama coulrofobia. Nadie lo ha descrito mejor que Stephen King en It: “Dan pavor esos rostros blancos con una sonrisa amorfa en sus labios de color sangre”.