SER HUMANO

¿Está todo perdido?

Trastornos en la libido, dificultades en la erección, falta de apetito sexual… La pérdida de testosterona en los hombres puede hacer estragos. Sus niveles fluctúan a lo largo de la vida. Algunos varones pueden llegar a tener 800 nanogramos de esta hormona por decilitro de sangre en la juventud. A partir de los 40, sin embargo, desciende a un ritmo del 0,3% anual. ¿Es el fin? No, si se recurre a la farmacopea. Parches y geles, como los de Androderm y Andropatch, aportan un suplemento extra a través de la piel para que recupere el vigor perdido. Pero también los estrógenos tienen su misión en la fisiología masculina. Junto a la testosterona, estimulan la liberación de neurotransmisores en el cerebro –unas sustancias entre las que se encuentra la dopamina–, directamente relacionados con nuestros estados de ánimos y con el deseo. “Cuando sus niveles son bajos”, explica el doctor Heiman, de la Universidad de Washington, “no hay deseo”. De ahí que los medicamentos que los potencian, incluidos algunos antidepresivos, faciliten las erecciones. Es lo que ocurre con la apomorfina, una medicina contra el párkinson que se fija en los receptores de dopamina y los excita. Pero el aspecto más controvertido de la química de la sexualidad es el de las feromonas. La biocosmética y los laboratorios farmacéuticos llevan años intentando sintetizarlas, sin que hasta el momento lo hayan conseguido. Así que, antes de gastarte un euro en perfumes milagrosos, espera a que la investigación avance: en la mayoría de los casos solo llevan almizcle. “En los mamíferos, las feromonas tienen una acción estimuladora”, explica Manuel Lucas. “Pero en los homínidos, su efecto es menor. Nos las hemos cargado con las duchas, aparte de que con la evolución hemos ido perdiendo bulbo olfatorio –el neocórtex cerebral necesitaba más espacio– y hemos dejado de rastrear por los suelos. A cambio, somos más receptivos a los estímulos visuales”. Otra cosa son las feromonas masculinas en relación al mundo femenino, ya que tienen capacidad para mitigar los problemas asociados a la tensión premenstrual. Recuerda que los médicos, antiguamente, aseguraban a las pacientes que sus molestias con la regla desaparecerían con el matrimonio.

Redacción QUO

Redacción QUO

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