Podría haber sido la falta de sol lo que condujese al músico austriaco a la muerte prematura. A pesar de haber sufrido muchas enfermedades comunes de la época, una nueva teoría sugiere que la falta de luz solar puede haber sido la responsable de su muerte.

Mozart sufrió muchas enfermedades como la viruela, la fiebre tifoidea, amigdalitis e infecciones del tracto respiratorio. Pero, ¿qué fue exactamente lo que le mató en diciembre de 1791 a la corta edad de 35 años?. El tema ha sido fuertemente debatido, con teorías que van desde el envenenamiento hasta la enfermedad renal.

Ahora, dos investigadores americanos sugieren que, dado a que el músico residía en una casa ubicada en alta latitud en Austria (es decir que en la zona había una menor exposición a los rayos solares), a Mozart pudo acabársele, con toda la probabilidad la vitamina D, también conocida como «vitamina del sol«. La falta de esta vitamina no solo afecta por si sola, sino que también eleva el riesgo de otras enfermedades en el organismo.

Según afirma William Grant, físico atmosférico jubilado de la NASA que ha estado siguiendo la vitamina D desde hace una década: «si Mozart hubiera tenido acceso a los suplementos vitamínicos actuales, podría haber duplicado su tiempo de vida».

Según Grant, no es el único músico de la época que ha podido morir a temprana edad por estas causas.

«En nuestros días, casi todas las enfermedades actuales tienen una conexión con la vitamina D» dice Grant. A pesar de que muchos investigadores se muestran escépticos, Grant cree que la historia de Mozart podría servir de advertencia a otros músicos: «creo que hoy en día los músicos no son conscientes del hecho que, permanecer en el interior para los ensayos, conciertos, etc., no están recibiendo la cantidad adecuada de vitamina D que necesitan».

Una muerte envuelta en misterio

La muerte del músico austriaco ha sido durante mucho tiempo un misterio. Mozart fue enterrado tres días después de su muerte según cuenta William Dawson, un ex cirujano ortopédico. Además, no se le realizó la autopsia.

Los testimonios recogidos entonces sobre la muerte del artista, no fueron revisados hasta 30 años después. Incluso entonces, se veían llenos de contradicciones. Pero la situación se complica aún más: el conocimiento médico por aquel entonces dejaba mucho que desear, y distaba mucho del de los médicos de hoy. «Ellos no sabían nada sobre las vitaminas» afirma Dawson. «Tampoco sabían sobre bacterias, ni sobre presión arterial. Tampoco tenían los conocimientos o la tecnología como para realizar tratamientos más transgresores».

Dawson revisó para su análisis, 81 referencias de la literatura que abordan lo que realmente sucedió a Mozart al final de su vida. En un artículo publicado en 2010 en la revista Problemas Médicos de Artistas Interpretes, manifestó su teoría e hizo la crónica. La mayoría de los papeles que revisó, citaban la enfermedad renal crónica como causa de muchos problemas de salud de Mozart, incluyendo infecciones secundarias, como dolor de garganta y conjuntivitis. Estas explicaciones son lo suficientemente convincentes, según Dawson, pero él tiene su propia teoría para afirmar lo que realmente mató al compositor: «tuvieron que hacerle muchas sangrías, a causa de esa brutal pérdida de sangre, murió».
Ejemplos de la deficiencia de vitamina D
Grant tiene un punto de vista diferente al de Dawson. Leyó atentamente su crónica, pero revisando y manteniendo una estrecha vigilancia sobre la época del músico austriaco, se percató, gracias a una carta de Mozart publicada en la misma revista, que la mayoría de infecciones y enfermedades del autor se produjeron entre mediados de octubre y mayo.
Esta es la época del año en el que la gente, en lugares tan lejanos como Austria, no pueden producir de forma natural suficiente vitamina D por la ausencia de los necesarios rayos solares. Son muchos los estudios llevados a cabo en los últimos años, que han vinculado niveles adecuados de vitamina D con un menor riesgo para la gripe, neumonía, enfermedades cardiovasculares, cánceres, enfermedades autoinmunes y muchas más.
El actual consumo diario recomendado de vitamina D para un adulto oscila entre los 4,000 y 8,000 UI (Unidades Internacionales). En el s. XX para evitar el raquitismo solo era necesario 400 UI. El límite recomendado por el Comité de la Academia Nacional de Ciencias y el Instituto de Medicina (IOM) es de 10,000 UI diarias.
Grant señaló también a otros dos músicos con historias similares: el británico violonchelista Jaqueline du Pré, que murió en 1987 a los 42 años de esclerosis múltiple, y el compositor austríaco Gustav Mahler, quién murió en 1911 de endocarditis bacteriana. La evidencia sugiereque la vitamina D puede proteger contra ambas enfermedades.
No hay forma de probar o refutar la teoría de Grant, dice Dawson, pero insta a cierta cautela. Así que la próxima vez que oigas a señoras que dicen: «niño ponte al sol que es muy bueno», piénsalo dos veces.

Redacción QUO