Según un reciente estudio publicado en la revista European Neuropsychopharmacology, cuando llegan las elecciones los candidatos no tienen el monopolio del estrés: los ciudadanos también resienten de forma notable su estado de nervios.
El día de las elecciones no suele ser uno de esos días asociados a ‘tener los nervios a flor de piel’ excepto, claro está, para los candidatos. Sin embargo, tres profesores de la Universidad de Israel han concluido en su estudio que la acción de votar genera niveles de estrés en el electorado que podrían afectar al resultado final de los comicios.
Los que apuestan por el candidato perdedor lo pasan peor
Para realizar la investigación, los investigadores israelíes tomaron muestras de saliva de varios ciudadanos cuando acudían a votar en las reñidas elecciones celebradas en 2009 en Israel. Al examinar las muestras, se percataron de que había mayores niveles de hormonas glucocorticoides, incluyendo el cortisol, que son secretadas por las glándulas suprarrenales y están asociadas al estrés.
Pero la cosa no queda ahí, los que apuestan por el ‘caballo perdedor’, es decir, aquel que peor va en los sondeos antes de las elecciones, lo pasa mucho peor que aquel que cuenta con una victoria asegurada de su partido. Un estudio realizado durante la campaña Obama vs McCain concluyó entonces que los niveles de cortisol de los votantes del entonces candidato Obama, se mantenían más estables que aquellos que apostaban por McCain.
Este es el primer estudio que explora el bienestar psicológico real de los ciudadanos en las urnas mediante el análisis de su sistema endocrino.
El estrés afecta a la toma de decisiones
Aunque no descartan la implicación de las emociones en la toma de este tipo de decisiones, los investigadores afirman que el sentirse estresado o ‘ansioso’ ante un candidato, «puede ser una buena razón para no votar por él». Según asegura el profesor Waismel-Manor, coautor de la investigación: «Las emociones no son otra cosa que sentimientos, y a menudo llevan implícito un componente de nuestro sistema endocrino que tiene el poder de afectar biológicamente a la toma de decisiones».
Esto podría ayudar a explicar ciertos comportamientos electorales como los relatados en el magnífico libro de Thomas Frank: ¿Qué pasa con Kansas? en el que el autor reflexiona sobre los motivos que llevan a los ciudadanos a votar en contra de sus intereses reales. Esto, tras el libro de Frank, se conoce como «El síndrome de Kansas».
Según los investigadores, una buena forma de reducir este estrés previo a las votaciones podría ser animar a los ciudadanos al voto por correo o electrónico para evitar la «ejecución pública» del día de los comicios.
Redacción QUO